Skip to content

Borau y la culpabilidad

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

En una entrevista publicada en El Periódico, en la cual el periodista demuestra ser un inmenso pelota, el cineasta se saca de la manga la "presunción de culpabilidad".

La única pregunta un poco comprometida a la que tiene que responder el director de cine –alguien que por su trabajo está acostumbrado a vivir del dinero de otros sin que estos se lo hayan dado libremente a cambio de un bien o servicio– se refiere al canon. La respuesta es digna de entrar en los anales de la desvergüenza. Borau dice, entre otras cosas: "Hay gente que dice que compra sus artilugios y no se bajan películas ni discos. Pero es que eso no se puede controlar. Hay presunción de inocencia, sí. Pero también hay una presunción de culpabilidad". Menuda vuelta al ordenamiento jurídico español, y de cualquier otro país democrático. Alguien le debería explicar que para considerar a alguien culpable tiene que demostrarse que lo es.

Además, para que exista culpabilidad tiene que haber delito y el canon no tiene como objetivo compensar la piratería, es una remuneración por copia privada. Y esta última es legal. Así que el canon no tiene nada que ver con la descarga de películas y discos. No hay nada que controlar relacionado con el mismo. Ya es demasiado aceptar que la legislación admita como existente esa ficción llamada "propiedad intelectual". Puesto que las leyes nos la imponen, al menos que se regule de una manera racional el tema del canon para que sea menos injusto. Hace algo más de un año, desde esta misma columna lanzamos una propuesta alternativa. Que el canon se cobre al comprar el original.

Pero volvamos a Borau. Su respuesta a la cuestión da para más. Dice que el canon "son unos céntimos" y que "no es un invento español". El hecho de que según él la cantidad que se cobra sea pequeña, no lo hace más defendible. Aunque fuera un solo euro seguiría siendo una apropiación indebida e injustificada. Además hay motivos fundados para sospechar que el ministro de Cultura está dispuesto a que sea lo más alto posible. Y el hecho de que sea algo que han inventado fuera de España no lo hace menos malos. Su origen no tiene nada que ver.

El presidente que la SGAE recuerda que es "una exigencia de la UE", a lo que añade que "de los 27 países, 25 están adscritos a esa fórmula. Si no hubiera canon, incumpliríamos las normas europeas". Algo no cuadra. Si es una exigencia comunitaria, ¿cómo es posible que dos estados miembros de la Unión no tengan canon y al mismo tiempo no violen la legislación comunitaria? Que muchos gobiernos cedan ante las entidades de gestión sólo significa que hay una mayor cantidad de ciudadanos perjudicados.

Borau, como todos los directivos de la SGAE y demasiados miembros del mundo de la farándula lo que pretende es vivir del cuento y que encima les aplaudamos. Si tuvieran que ganarse el sustento con su trabajo lo pasarían demasiado mal. Es su problema y ni usted ni yo tenemos que pagar por ello.

Más artículos

Cómo el mundo se hizo rico

La obra de Acemoglu, Robinson y Johnson, por sus trampas y errores, seguramente no merezcan un Premio Nobel.