Estamos ante el equívoco corporativista conforme al cual los salarios dependen de lo que hagan las empresas, y no de la productividad de los trabajadores.
Leí en El Mundoque el nuevo secretario general de CCOO, Unai Sordo, «simboliza el cambio regeneracional» en el sindicato. En lo que se refiere a las ideas, no hay cambios. Por ejemplo:
CEOE y Cepyme han sido incapaces de reconocer la necesidad de trasladar a las rentas salariales la recuperación de la economía española y de las empresas para avanzar hacia un modelo más justo y equilibrado en las relaciones laborales y de salida de la crisis. Y esto nos parece una absoluta irresponsabilidad porque existe un consenso general sobre que los salarios tienen que subir para recuperar el poder adquisitivo perdido.
Esto es el antiguo equívoco corporativista conforme al cual los salarios dependen de lo que hagan las empresas, y no de la productividad de los trabajadores. Y eso de que los salarios «tienen que subir» porque hay un «consenso general» al respecto es un dislate, como lo es esta muestra de keynesianismo cañí: «Subir salarios es clave para garantizar una mejora de la demanda interna e inducir así una salida de la crisis mucho más sostenible». La demanda interna no garantiza nada: todos recordamos el vigor de la demanda interna en 2007.
Como los sindicalistas de toda la vida, el señor Sordo cree que los contratos temporales sólo derivan de la perversidad empresarial: «Por eso, hay que reforzar la inspección de trabajo o encarecer la utilización del contrato temporal». Una buena receta para que aumente el desempleo.
Y considerando la siniestra historia de corrupción sindical en la formación, no deja de tener gracia que don Unai asegure que el problema no es sindical:
El Gobierno se ha obsesionado con sacar a los agentes sociales de la impartición de la formación (…) no es bueno hacer las cosas con obsesiones.