Los habitantes de Singapur que ganan menos de 15.000 euros no pagan impuestos sobre la renta, los que ingresan entre 15.000 y 60.000 € pagan entre el 2 y el 7%, entre 60.000 y 90.000 el 11,5% y el tipo máximo es del 20% para las rentas superiores a 240.000 euros, mientras que en Canarias los que ganan menos de 17.700 euros pagan un 24,75%, lo que ingresan entre 17.700 y 53.400 entre el 30 y el 40%, entre 53.400 y 300.000 entre el 47 y el 50% y el que gane más de 300.000 euros tendrá que ingresar a hacienda el 52%.
El impuesto de sociedades en Singapur es del 17% para aquellas empresas que tengan beneficios superiores a 225.000 euros y si son inferiores el 8,5%. Además, si son empresas de nueva creación no pagan impuestos o tienen beneficios fiscales de más del 50%. Sin embargo, en Canarias toda empresa que obtenga beneficios inferiores a 300.000€ paga el 25% y las que lo tienen superiores el 30%.
En Singapur, el gasto público está limitado y cuando sobra dinero se lo devuelven a los ciudadanos, los derechos de propiedad son respetados, la corrupción es inexistente y puede ir quien quiera a vivir, trabajar y crear riqueza. En Canarias siempre falta porque los políticos quieren gastar más y más dinero, los propietarios son maltratados con multitud de regulaciones e impuestos, la corrupción es frecuente y con una densidad de población 25 veces más pequeña que el país asiático el Gobierno dice que no cabemos más y que los extranjeros no son bienvenidos.
Las empresas se crean en Singapur, con capital extranjero o no, en 15 minutos mientras que en Canarias las empresas con capital nacional tardan en torno a 1 mes y las que tienen capital extranjero y tienen suerte 3 meses.
El mercado laboral en Singapur es uno de los más libres del mundo. El Gobierno no interviene en los pactos privados entre empresarios y trabajadores mientras que en Canarias está híper-regulado y no existe libertad para contratar o ser contratado en las condiciones que las partes acuerden.
Por todas estas razones, Singapur no deja de crecer económicamente, está considerado por el Global Competitiveness Index el segundo país más competitivo del mundo, sus habitantes tienen una renta per capita de 44.700 euros y tiene una tasa de desempleo del 1,9% y Canarias es cada vez más pobre, con una tasa de paro del 34,27% y una renta per capita de 19.800 euros.
Sin duda, Canarias podría ser como Singapur, tal como ha dicho hace unos días el presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, pues nuestro archipiélago cuenta con las condiciones ideales y necesarias para convertirse en una potencia económica.
Para ello sólo habría que crear una ciudad con leyes propias, mínima regulación e impuestos bajos o inexistentes en algún lugar de las Islas.
Sin embargo, mientras sea una región que vive bajo un infierno fiscal, haya escasa libertad económica, donde los políticos tienen barra libre para despilfarrar el dinero de los contribuyentes, y donde se maltrata a las empresas y ciudadanos con un sin fin de trabas burocráticas, lo dicho por el señor Rivero debe ser tachado de incongruente, pues de seguir así, lo posible y lo probable, es que terminemos pareciéndonos a la actual Cuba.