El presidente de la Junta de Andalucía, el socialista Manuel Chaves, ha anunciado en el Congreso Nacional sobre Prevención y Tratamiento del Tabaquismo que demandará a las tabacaleras si éstas se niegan a sufragar parte de los elevados costes sanitarios que suponen las enfermedades que tienen su origen en el hábito de fumar. No resulta sorprendente que los asistentes a este congreso, cuyos trabajos y sueldos dependen de que exista una política oficial contra el tabaquismo, no hayan llevado la contraria a un político que les alimenta.
Según Chaves, "Los datos legales y científicos confirman que el lucro del negocio del tabaco proviene del daño que se le infringe a las personas, muchas de ellas menores de edad". Como es completamente imposible que la ciencia confirme algo falso (las leyes que hacen los políticos son tan absurdas que pueden afirmar cualquier disparate), Chaves miente y lo hace con descaro.
Su frase analizada lógicamente significa que dañar a las personas es causa y condición necesaria (y tal vez suficiente) para que haya beneficios en el negocio del tabaco: sin daños antecedentes no habría ganancias consecuentes. Si el daño se considerara causa suficiente de beneficio, entonces no sería necesario producir tabaco, ni distribuirlo, ni venderlo, bastaría con causar directamente el daño y embolsarse el dinero. En realidad el daño a la salud es independiente de los beneficios de las tabaqueras: puede haber beneficios sin daño y puede haber daños con pérdidas. Si Chaves supiera en qué consiste una empresa se daría cuenta de que matar o dañar al cliente no es una estrategia comercial recomendable.
Típico de los políticos sin escrúpulos es mencionar la protección de los menores en todos los asuntos, vengan o no a cuento, para ver si cuela y se ganan las simpatías del personal. ¿Han tratado los servicios médicos andaluces a muchos jóvenes con patologías derivadas del tabaco? Sería una noticia de gran alcance, un record mundial de precocidad. Fíjese además en que todo el que quiere denunciar un beneficio lo llama lucro, palabra malsonante y con connotaciones emocionales negativas.
En el negocio del tabaco participa el propio Estado, que subvenciona a agricultores de tabaco, otorga arbitrariamente concesiones de estancos, y hasta hace muy poco era dueño absoluto de empresas monopolísticas para su producción y distribución. Como los daños sanitarios del tabaquismo tardan tiempo en producirse, es el Estado el responsable de los males actuales. Como Chaves tiene poder político desde hace bastante tiempo, ¿va a denunciarse a sí mismo como participante en este crimen o simplemente como cómplice o encubridor? ¿Y si se reclama a los estanqueros o incluso a los propios fumadores, que han sido advertidos hasta la saciedad sobre los problemas sanitarios del tabaco?
"Los poderes públicos no pueden permanecer más tiempo impasibles". Los políticos se otorgan a sí mismos con total desparpajo deberes y obligaciones que siempre consisten en agredir la libertad de los ciudadanos. Afirman que están legalmente obligados a actuar, y así se eximen de cualquier responsabilidad. Pobres sacrificados, son simples autómatas inconscientes que sólo cumplen órdenes. Si Chaves es consecuente, pronto denunciará a los fabricantes de automóviles por los gastos sanitarios originados por los accidentes de circulación, y a los productores de alimentos por los daños provocados por una dieta inadecuada, por la obesidad, el colesterol y las indigestiones. No hay límite para las denuncias imaginables.
¿No existen ya elevadísimos impuestos sobre el tabaco mediante los cuales el Estado ingresa enormes cantidades de dinero? ¿Para qué se utilizan? ¿Se ha tenido en cuenta lo que el Estado se ahorra en sanidad y otros gastos sociales, como las pensiones, porque los fumadores mueren antes? Habría grandes sorpresas.
La solución al problema es muy simple: que el fumador, como cualquier otra persona, pague él mismo sus gastos médicos y no obligue a los demás a participar en problemas de los cuales no son responsables. Pero claro, el tabaco está demonizado y se utiliza como chivo expiatorio, de modo que esta idea no es políticamente correcta y no obtendría muchos votos de un electorado de mentalidad colectivista. El fumador es un pobre enfermo manipulado por las multinacionales, y nadie se atreve a mencionar la estulticia de quienes fuman para parecer más interesantes (ocultando su inmadurez y su falta de carácter), ni la falta de voluntad y de capacidad de autocontrol de los adictos al tabaco.