Las cuentas del nacionalismo se han acabado en 30, los años que han estado apoderados del poder. La cuenta del señor don Patxi López, como se ha hecho investir presidente de la comunidad vasca, tiene apenas unas horas.
Pero el tiempo pasa, y lo llenamos permanentemente de lo que acaece, que es también lo que nos condiciona. La única teoría del capital que ha dado la ciencia económica también advierte de eso, de que la vida es un discurrir en pos de unos objetivos, y que a medida que nos acercamos a ellos, tomando las medidas que apuntan en esa dirección, se nos reducen las posibilidades de cambiar de rumbo. Nos alejamos de otros fines a medida que nos acercamos a los nuestros. No hay nada determinado, sino que al disponer las cosas para lograr el objetivo A se nos hace más costoso variar el rumbo. Eso es, precisamente, lo que le puede ocurrir a don Patxi.
Dejémonos de fusilerías cursis sobre el arco iris, que el lector odia tanto como quien le escribe. Un presidente vasco sólo tiene dos caminos que elegir: el del nogal nacionalista y el de la libertad. O se va de la mano del nacionalismo, del legal o del sincero, o se está en su contra. El nacionalismo no entiende de adversarios. Sólo se puede apaciguar a una bestia hambrienta haciendo manada con ella o dejándose devorar. Si don Patxi le mira de frente, aunque sea de reojo, estará siempre en el lado de “los otros”. Y el juego irá royendo las medias tintas.
Pues hay decisiones que se habrán de tomar de inmediato. La policía autonómica, ¿detendrá a los terroristas o no lo hará? La rebosante caja vasca, ¿derramará nuestro dinero por las organizaciones pantalla de ETA, o no lo hará? La televisión pública, ¿alimentará el relato de que los etarras “se pasan” en su ejercicio de buenos patriotas? ¿Pondrá su dardo en quienes no piensan como “un verdadero vasco”, o no lo hará? La consejería de Educación, ¿permitirá a los padres educar a sus hijos en castellano, o no lo hará?
Y cada paso que dé en contra del sendero nacionalista alimentará más su odio, y con él sus bestiales reacciones. Un nuevo andar en el camino de convertir a los vascos en ciudadanos libres y responsables y el acecho del nacionalismo será aún más sañudo. Y la parte de la sociedad que ha sido preterida, ignorada por la autonomía vasca se aferrará al nuevo Gobierno y le llamará con voz renovada, con la voz recobrada. La de las víctimas, que han sido invitadas por vez primera a la toma de posesión de un Lendakari, por ejemplo.
No nos engañemos. Zapatero, y con él una parte importante del PSE son capaces de imprimir un cambio de rumbo. Pero cada día que pase será más costoso, más difícil. La pendiente de la libertad, una vez se tome, se irá haciendo más y más pronunciada.