Lo cierto es que la realidad es en parte modelada por los medios de comunicación, cuando no creada por ellos, mientras que en otras ocasiones los medios sí desprecian lo que ocurre, por muy relevante que sea.
Tomen como ejemplo el conflicto entre Israel, rompeolas de la civilización, y el Medievo con Kalashnikov a que se enfrenta. En cuanto el segundero apura los últimos instantes de la tregua entre Israel y Palestina, Hamas redobló el lanzamiento de misiles contra Israel desde Gaza, que nunca se detuvieron. Lograron unos cuantos objetivos. Varios judíos muertos. Niños rotos en mil pedazos. Familias destrozadas para siempre. ¿Y los medios de comunicación? Mirando para otro lado.
Israel, que conoce bien a sus enemigos, llevaba meses preparándose para la respuesta a este ataque de los terroristas palestinos. De nuevo los niños y las familias saltando por los aires, solo que ahora los medios de comunicación, los mismos que despreciaron los ataques que causaron la respuesta israelí, muestran las duras imágenes de la guerra y titulan con sensiblería, apuntando a un único causante. No, no es Hamas, sino Israel.
Hamas se mezcla con la población civil porque sabe que a Israel esos “escudos humanos” no le detienen en sus respuestas. Pero lo hace también por otro motivo. Sabe bien cuál es el comportamiento de la prensa occidental. Sabe que mostrará los cadáveres de los niños palestinos y que acusará a Israel. Si los medios denunciasen el uso criminal que Hamas hace de su propio pueblo, renunciaría a llevarle a la muerte para utilizar sus cadáveres como propaganda. Es decir, que Hamas lleva a esas familias a morir, y los medios de comunicación son cómplices. Es más, cooperadores necesarios de esas muertes.
Pero la prensa es eficaz en eso de quitarse muertos de encima.