Han sido cinco décadas de tiranía comunista, de un régimen totalitario plagado de represión, exilio y propaganda que merece ser contestada. No vamos aquí a hablar sobre el castrismo en general, para eso hay maestros. Pero tan triste aniversario es buena ocasión para repasar cómo la autodenominada Revolución (¿desde cuándo un régimen estancado que se prolonga tanto en el tiempo debería llamarse así?) ha robado a los cubanos otra revolución, que sí es auténtica y liberadora, de la que se disfruta en la mayor parte del resto del mundo: internet.
La aparición de la red ha revolucionado el modo de comunicarse, informarse o incluso de entretenerse, comprar y vender en todo el mundo. Tan sólo hay algunas excepciones y una de ellas es Cuba. Con la excusa de los problemas de infraestructuras, el régimen de los hermanos Castro mantiene desconectados a la inmensa mayoría de los isleños. Internet es un privilegio al alcance de unos pocos que gozan del necesario permiso del Gobierno para poder conectarse, e incluso para la mayor parte de estos se trata de una red capada, con tan sólo una pequeña cantidad de contenidos autorizados a los que poder acceder. Contra esta situación luchó, por desgracia sin éxito, Guillermo Fariñas. Apodado "Coco" por sus amigos, este valiente periodista independiente mantuvo una heroica huelga de hambre para pedir el fin de esta situación. Cuando Luis Margol y yo tuvimos la suerte de conocerlo en La Habana, todavía estaba recuperándose de los estragos que la protesta había causado en su cuerpo.
Es el mundo sin Google. Nada excepcional en un país en el que te miran con asombro cuando, tras preguntarte cuánto tiempo tarda el Estado en autorizarte a poner teléfono en casa, explicas que aquí no hace falta ese trámite para contratar una línea.
El embargo norteamericano es en esta cuestión, como en tantas otras, una excusa del régimen de los hermanos Castro para reprimir la libertad. Por una parte, la conexión a la red no tiene por qué pasar necesariamente a través de Estados Unidos. Por otra, este país ofreció al Gobierno de Cuba tender un cable para asegurarle a la isla un buen acceso a internet. Ofrecimiento que fue rechazado debido a que la Casa Blanca pedía a cambio reformas políticas. Al final, La Habana anunció que se conectará a través de la Venezuela de Hugo Chávez, lo que facilitará el control de los contenidos accesibles desde la mayor de las Antillas.
No quiere el régimen comunista que los cubanos sepan a través de internet cómo es el mundo exterior, pero tampoco quiere que desde la isla nos cuenten por esa vía al resto de la humanidad cómo se vive en ella. Sin embargo, ante esto también hay valientes. Entre ellos está un creciente número de blogueros independientes, que a pesar de las dificultades consigue mantener bitácoras no controladas desde el poder. La más conocida es Generación Y, de Yoani Sánchez, una valerosa habanera que destaca entre las voces de la libertad que desde el interior o desde el exilio tanto molestan al castrismo.
He leído con emoción el bello 1 de enero en La Habana anhelado por Federico Jiménez Losantos. Deseo de corazón que pueda cumplirlo. Yo sueño con uno similar, en el cual aparecen incluso algunos protagonistas compartidos (a pesar de no gozar del privilegio que él tiene de su amistad). Ese día de Año Nuevo estará un poco más cerca cuando Guillermo Fariñas, Yoani Sánchez y tantos otro cubanos puedan leer sin problemas un artículo como éste o escribir al mundo lo que les plazca a través de internet.