Entre ellas, que el navegador sólo pudiera conectarse a la Stalinternet, que consistiría, naturalmente, en el Granma, en la propia web de Stalin Vive y dos o tres más del jaez, además del afamado buscador Goolag. Pero, claro, aquello era una broma.
El caso es que la semana pasada tuvo lugar en Cuba un evento, cuanto menos, extravagante. Se trata de una gran convención y exposición de informática en un país donde hay que hacer cola para conseguir comida, en el mejor de los casos, o prostituirse, en el peor. Un evento sobre la ingeniería de la información en un país donde la información libre se persigue y castiga. Así pues, se mostró al mundo (es un decir) el buscador del régimen que, como es natural, sólo ofrece resultados de las páginas cubanas, todas ellas pertenecientes al Estado, claro. Además de las tradicionales búsquedas en web, imágenes o prensa ofrece la excitante posibilidad de restringir nuestras pesquisas a los discursos de Fidel Castro. Sin duda, es lo que los cubanos llevaban años reclamando.
El caso es que el acceso a la Red está tan prohibido al ciudadano de a pie como la posesión de un ordenador. Son ambos algo subversivo, que pone en riesgo a la gloriosa robolución que algunos defienden con tanto ahínco en España, quien sabe si por temor a la célebre videoteca del coma-andante. O por verdadera fe en las virtudes del esclavismo comunista, que de todo hay. Sólo el 0,9% de los cubanos tiene acceso a Internet, y en condiciones bastante limitadas. Sin embargo, durante esa convención el matarife a cargo de la Informática, Ramiro Valdés, aparte de echarle la culpa a Estados Unidos de sus males tecnológicos, hizo el gran anuncio de que Cuba se iba a pasar al software libre y que ya estaban creando una distribución propia de Linux. Lamento decepcionarles, pero se llamará Nova, no Stalinux.
El anuncio ha contado con un invitado de honor, el mismísimo Richard Stallman en persona. Delante de varios jerarcas del régimen, tuvo la cara dura de denunciar la inmoralidad de las restricciones impuestas por los derechos de autor, comparándolas con unas leyes que condenaran a prisión a quienes se intercambiaran recetas de cocina, en el mismo país donde se encarcela a quienes disienten del régimen y se pasan unos a otros literatura "subversiva". No hay noticias, por supuesto, de que condenara el régimen o dijera una sola palabra de apoyo a los disidentes, no digamos ya reunirse con ellos; tan sólo esbozó un breve lamento por las restricciones al uso de Internet. Sin embargo, no renunció a calificar a Bush como el "mayor violador de las libertades" y denunciar el "injusto" embargo, como ha de hacer toda estrellita que se precie cuando visita Cuba.
Se ha criticado mucho el comportamiento de las grandes empresas de Internet en China. Sin embargo, al menos Google, Yahoo y Microsoft pueden alegar en su favor haber ofrecido a los internautas chinos una ventana al mundo exterior, tapiada por los tablones que impone el régimen, pero un soplo de libertad al fin y al cabo. No está nada claro, en cambio, qué ventajas para los cubanos sometidos por los Castro ofrece Stallman a cambio de darle palmaditas en la espalda al régimen que los somete. Pero, claro, Stallman es un idealista y, por lo tanto, sus tejemanejes con los tiranos de la Isla-Cárcel no pueden ser censurables. Es que es de izquierdas, el chaval. Que jodío.