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Cuba libre

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Si Jared Diamond recurre a factores ecológicos para explicarse los colapsos sociales, Castro ha sido capaz de conseguirlo en una isla en la que la naturaleza es la única que mantiene, impertérrita, su exhuberancia.

Mientras el régimen y su creador se debaten entre la vida y la muerte, podemos plantearnos qué sería de una Cuba ganada para la democracia y la libertad. Eso de pasar del socialismo a la economía de mercado ya se ha hecho en otras partes del mundo, por lo que tenemos algunas pistas de por dónde pueden ir las cosas cuando, quiera Dios que sea pronto, los cubanos recuperen la libertad.

Amartya Sen ha explicado que las hambrunas desaparecen con la democracia. El hambre, que ciertos regímenes totalitarios han utilizado como instrumento de control social, se convierte en una ignominia insoportable para cualquier dirigente elegido por sufragio popular. No volveremos a ver al Gobierno recomendar ciertas flores para la dieta.

Súmese a ello el efecto en apariencia milagroso que tiene el reconocimiento de los derechos de propiedad y de la los acuerdos a precios libremente acordados. Cuando se produce para "el común" y el fruto del trabajo de uno se reparte entre todos, mientras que el esfuerzo es entero para el que lo realiza, lo lógico es la ley del mínimo esfuerzo y la máxima exigencia a los demás. Cuando todo lo que hagamos de más recae en nuestro beneficio, el trabajo y el ingenio, y con ellos la productividad, se multiplican.

Centenares de miles de cubanos que viven y crean riqueza en los Estados Unidos realizarían numerosas inversiones privadas en su añorada tierra, a lo que habría que sumar la atención de muchas empresas que se quieren beneficiar de su cercanía geográfica a la primera potencia mundial, la efectiva dolarización de la economía cubana, los restos de la muy rica tradición cultural cubana y las previsibles ayudas del Gobierno de los Estados Unidos a una Cuba democrática. Varias empresas españolas tienen ya presencia en el país, y estarán al tanto de las renovadas oportunidades que se crearán entonces.

Lo mejor que tendría esta nueva Cuba es que sus dirigentes saldrán de la actual disidencia democrática, y saben demasiado bien de los males de una economía del yo mando y tú obedeces. Cabe esperar que darán lugar a un sistema político que respete los derechos individuales, el único que conozcamos en que se pueden realizar inversiones y crear riqueza con cierta seguridad.

Es cierto que, quitando unos años durante los 70’, el régimen no ha invertido en infraestructuras, por lo que prácticamente mantiene las del 59. También lo es que la clase dirigente actual no va a dejarse desplazar fácilmente. Cuentan con el precedente ruso para decidir repartirse las migajas antes de que se conviertan, en una economía libre, en un suculento botín. No podemos dejar de lado que 50 años de dictadura corrompen cualquier sociedad. Pero por esta vez podemos ser optimistas.

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