Grandes potencias actuales se han levantado gracias a los flujos migratorios que permitieron construir países econonómicamente fuertes. Que la inmigración se haya convertirlo en una molestia social y económica no es más que otro fallo del Estado.
Hay dos tipos de inmigración. La primera es la del individuo que abandona su país, o región, para instalarse en otro lugar (país o región) para obtener un mejor trabajo, libertad y poder conseguir con su esfuerzo un futuro próspero para él y su familia. Ésta fue la inmigración que dio la bienandanza a los Estados Unidos hasta el siglo XX, o a la Cataluña de los años cuarenta y cincuenta. Por el contrario, mucha de la inmigración actual pretende todo lo contrario.
El segundo tipo de inmigración es la de aquellas personas que viajan a países, u otras regiones dentro de un mismo país, para aprovecharse del esfuerzo de otras personas sin dar contraprestación alguna. Si potenciamos la seguridad social o la educación y "ayudas" públicas, sólo avanzaremos hacia un proceso de descapitalización consiguiendo pérdidas totales y un mayor grado de malestar. Pagamos la educación, sanidad, subsidios, etc., de personas que nunca han contribuido a estos servicios. Algunos inmigrantes vienen a España a operarse gratuitamente y luego se van o vienen con sus familias para conseguir dinero y servicios públicos gratuitos. Ejemplos como estos los hay cada día.
Ni muros ni satélites evitarán que este tipo de afluencia parasitaria acabe; el reclamo de la gratuidad es demasiado goloso. Lo único que conseguiremos con este tipo de controles y barreras es aumentar nuestros costes (más impuestos) para dar más fuerza al gobierno. Con las medidas anti-inmigración sólo lograremos desanimar y penalizar al inmigrante que viene a trabajar duro. Ahora mismo el gobierno está decidiendo sobre el bienestar y vida de las personas como si fuera Dios.
No nos engañemos. La solución al problema que ha creado el Estado no es prohibiendo el progreso individual de los inmigrantes. La única solución es crear un entorno de responsabilidad que elimine la inmigración que viene a vivir a nuestra costa, y para ello nos hemos de replantear seriamente en modificar o eliminar los falsos privilegios que los políticos han creado con el estado del bienestar.