Para empezar hay otros usos de los CDs, DVDs, mp3, pen-drives y demás que, no sólo son perfectamente legítimas, sino que están protegidas por la ley, como por ejemplo compartir una copia privada. Como la SGAE tiene casi tanta tiña por la verdad como aprecio por el dinero ajeno, dicen que la copia privada es ilegal, pero ahora no lo es.
Si un mismo instrumento se puede utilizar para fines perseguidos por la ley y para otros que están protegidos lo normal es castigar solamente los primeros. Pero la lógica del canon digital es otra. Se impone la pena sin saber si hay o no delito. Hubo un tiempo en que este tipo de lógica causaba gran escándalo entre la gente de bien.
Hay otra opción, además. El analista Antonio José Chinchetru consideró la del canon al disco, que sería menos injusto. ¿Por qué no la proponen?
Si finalmente se impone el canon la recaudación será, según los últimos cálculos, algo más de 100 millones de euros. Ese dinero sale del que usted pagará de más en cada dispositivo digital para que engorde primero las arcas de las entidades de gestión de derechos y luego vaya a los autores que sufren la práctica que algunos llaman piratería.
Pero, más allá de las brutales transferencias desde el ciudadano común a los grupos organizados, que en eso consiste la política, cabe considerar sus efectos económicos. El canon supone más de la mitad del precio final de un CD virgen, de modo que la gente no acude a las tiendas de informática a adquirirlos. La escasa industria del CD prácticamente ha desaparecido en España. Qué pasaría con el resto de la industria de salir adelante el canon digital queda abierto a la imaginación de cada uno, pero es seguro que nada bueno.