Si ustedes recuerdan, todo comenzó cuando el grupo popular en el Senado votó a favor de una enmienda a la LISI, la ley de internet del PSOE, en la que se eliminaba el canon digital aprobado anteriormente por todos los grupos, incluyendo el popular. La diputada del PP más querida por los titiriteros progres patrios, valga la redundancia, se dedicó entonces a despreciar a sus compañeros de la Cámara Alta indicando que habían votado sin saber lo que hacían. Pero el PP en el Senado siempre ha sido contrario al canon y a todo lo que supusiera poner trabas a internet y nuevas tecnologías, desde los tiempos en que Esteban González Pons, uno de los pocos políticos españoles que sabe distinguir un portátil de una patata, dirigió la Comisión de Redes Informáticas de la cámara, allá por el 98.
El debate de ideas, que llevaba años produciéndose en la sociedad, aunque no entre los políticos, se intensificó durante los días en que, primero, el grupo popular en el Congreso decidió pedirle a Rajoy que se definiera para votar en consecuencia y, segundo, el propio líder del PP decidió que su partido estaba contra el canon. Había muchas y buenas razones para adoptar esa posición, y sin Rajoy decidió hacerlo fue en buena parte porque estos motivos se habían debatido intensamente.
Así pues, parece claro que el debate de ideas que pidió Esperanza Aguirre es bueno y necesario. Sin embargo, no es lo único. El PP tuvo un serio problema de credibilidad tras cambiar su postura oficial respecto a este tema. Al fin y al cabo, aprobó el canon digital cuando votó a favor de la Ley de Propiedad Intelectual y las posturas públicas de su portavoz de Cultura, Beatriz Rodríguez Salmones, habían sido a menudo mucho más radicales y favorables a los intereses de nuestros amables culturetas que las de los propios representantes del PSOE. Así pues, ¿cómo podía el PP convencer a los votantes de que realmente había cambiado de postura y no estaba intentando conseguir votos para luego olvidar sus promesas?
La respuesta, de tan sencilla, casi da vergüenza tener que dejarla negro sobre blanco. Bastaba con que la titiritera del PP, la diputada que más a favor había estado del canon digital, la que insultó a sus compañeros del Senado por adoptar la posición correcta, no fuera reelegida. Pero don Mariano decidió que formara parte del comité que elaboró el programa del partido y fuera de número 10 por Madrid, es decir, en un puesto en que todo el mundo sabía que volvería a la Carrera de San Jerónimo. De modo que así, tontamente, perdió la oportunidad de ganarse el voto de un buen número de jóvenes.
Lo que nos lleva a otra conclusión: señora Aguirre, las personas también cuentan, y mucho. Después de Elche, dudo que Rajoy pueda volver a ganarse a un buen número de votantes del PP. Yo, por de pronto, que entré en el partido el día en que volviendo a casa vi la sede apedreada, en aquellos días en que los pacifistas del no a la guerra que es muy perra atacaban las sedes del PP, me daré de baja inmediatamente después del Congreso si el gallego es reelegido, como parece inevitable que lo será. Y votaré a UPyD en las próximas elecciones si sigue al frente, porque ya no me creo nada de lo que me pueda decir.