Martin Luther King es un clásico en el separatismo catalán.
En su empeño por ser diferente, el independentismo catalán no deja de buscar con quién compararse. Los dirigentes separatistas no dudan en apropiarse de sufrimientos y épicas ajenas. Lo hacen para mostrarse ante el mundo, y sobre todo ante los suyos, como víctimas de las peores injusticias y como héroes de la libertad y la dignidad.
El presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra, comparó este martes al separatismo con el Rif en Marruecos y con “la lucha por las libertades secuestradas por el régimen de (Recep Tayyip) Erdogan y con la persecución del pueblo kurdo”. Esto lo dice cuando en Cataluña el Parlamento regional no vuelve a su actividad porque así lo han decidido los partidos separatistas. Y también cuando la policía autonómica deja hacer a quienes plantan símbolos independentistas en todos los espacios públicos pero identifica y amenaza con multas a quienes los quitan o los modifican. Las libertades, para el gobierno de Torra, sólo son para los suyos.
Pero la hipocresía de Torra al hablar de Turquía no queda ahí, sobre todo por la mención a los kurdos. La lengua kurda ha estado prohibida en ese país por décadas, y no ha aparecido (y de forma limitada) en los colegios del Kurdistán turco hasta hace tres años. Pensemos en Cataluña. Los niños hispanohablantes no pueden ser escolarizados en su idioma. El español no es lengua vehicular, sino que recibe el mismo tratamiento que una lengua extranjera. Las comunicaciones de la Generalitat son en catalán y hasta se multa a aquellos comercios que osan rotular en castellano y no en catalán (pero no a los que hacen la elección lingüística contraria).
En su cinismo, Torra calificó de “Estado fascista” a España y llamó a los catalanes a tomar ejemplo de “luchas como la de Martin Luther King”. Quien usó el nombre de ese ícono de la lucha contra el racismo y por los derechos civiles es el mismo que en el pasado, antes de ser presidente de la Generalitat, escribió que los españoles “son bestias carroñeras, víboras, hienas con una tara en el ADN”. Es muy difícil imaginar algo más alejado de los discursos del reverendo estadounidense.
Martin Luther King es un clásico en el separatismo catalán. Ya el expresidente de la Generalitat y mentor político del fugado Carles Puigdemont, Artur Mas, recurrió a esa comparación en 2013. La apropiación por el independentismo de la épica de la lucha por los derechos civiles de los negros en EEUU es una constante. Así, además, se equiparan a sí mismos con una población que por décadas sufrió una constante política de segregación racial.
Por años algunos sectores del independentismo han comparado a los catalanes con los judíos, equiparando siglos de persecuciones contra los hebreos en Europa con el trato que según ellos España da a Cataluña. Esos sectores ponían a Israel como el modelo a seguir. Otra parte del separatismo se equipara con los palestinos y es profundamente antiisraelí. En cualquier caso, lo ajeno sirve para presentarse a uno mismo como víctima.
Otros se han comparado con los armenios. Hace unos meses Torra los usaba como ejemplo para Cataluña, tras recordar el genocidio sufrido a manos del gobierno de Mustafá Kemal Atatürk y destacar que ahora tienen un Estado propio.
Apropiación de Gandhi y Mandela
El uso y abuso de casos externos de marginación y sufrimiento es una constante por parte del nacionalismo catalán. También la apropiación de grandes figuras históricas. Quien marcó la pauta fue Artur Mas, que llegó a compararse o a citar como referentes propios a Gandhi y Nelson Mandela, además del citado Martin Luther King.
Las referencias a los líderes indios y surafricanos fueron rescatadas por Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) hace unos meses. Joan Tardá, diputado de ERC, dijo en febrero sobre los tribunales españoles: “Su crueldad sólo puede compararse a la justicia de la Suráfrica del Apartheid, que condenó a cadena perpetua a Nelson Mandela”.
Todo sufrimiento ajeno le vale al separatismo catalán para mostrarse como víctima. No hay marginación, persecución o genocidio de algún pueblo o raza que no haya querido usar como equiparación. Tampoco dudan en referirse a conflictos bélicos o procesos de independencia de países, desde los producidos por medio de sangrientos conflictos hasta los que tuvieron lugar de forma pacífica. Kósovo, Eslovenia, las repúblicas bálticas o la separación de Checoslovaquia han sido puestos como ejemplos por el independentismo catalán.
Se atribuye a la madre Teresa de Calcuta la frase “ningún sufrimiento me es ajeno”. El independentismo podría tomarla por lema. Claro que cambiando el sentido de la cita de forma radical. En el caso de la religiosa nos muestra una empatía extrema, un afán de estar junto a quien sufre. Para los dirigentes separatistas sería lo contrario: presentarse como víctimas al equipararse con quienes sí lo han sido de verdad.