La mayoría de prestaciones suele consistir en la entrega de un bien o servicio a cambio de una contraprestación monetaria. Sin embargo, las leyes actuales en España establecen que el euro se configura como moneda de curso legal,1 esto es, cualquier deuda podrá saldarse en euros, con independencia de lo pactado.
Por si esta limitación fuera poca, el Banco Central Europeo se constituye como la única autoridad (monopolio) que puede autorizar la emisión de euros2 sin necesidad de que, además, estén respaldados por activos líquidos como el oro o las letras de cambio.
Estas disposiciones no sólo violan la autonomía de la voluntad para configurar la contraprestación monetaria, sino que, al mismo tiempo, favorecen una política de incumplimiento generalizado de las obligaciones pactadas: el inflacionismo.
El inflacionismo consiste en una política deliberada y sistemática de envilecimiento de la moneda que permite al deudor entregar un dinero de calidad inferior al que se había comprometido.
Aunque tradicionalmente el inflacionismo se ha implementado de maneras muy diversas (devaluación del contenido metálico de las monedas, impresión de nuevos billetes, devaluación del tipo de cambio…), la táctica más habitual en los últimos 40 años ha consistido en empeorar la calidad de los activos de los bancos centrales.
Las divisas son, en última instancia, pasivos del banco central (el hecho de que sean inconvertibles no modifica su naturaleza, del mismo modo que una emisión de deuda privada en suspensión de pagos no elimina su status de deuda). Como todo pasivo, su valor depende de la perspectiva de pago por parte de su emisor, lo que a su vez viene determinado por la calidad y cantidad de sus activos.
A partir del año 2001, la Reserva Federal y el Banco Central Europeo propiciaron un rapidísimo envilecimiento de sus emisiones monetarias al aceptar descontar los activos de la banca comercial a unos tipos de interés ridículamente bajos (2% y 1% respectivamente). Dicho de otra manera, los bancos privados podían convertir en dólares o euros actuales el valor de sus activos (por ejemplo, préstamos hipotecarios) que viene justificado por flujos de caja futuros que todavía no se habían generado.
La consecuencia fue un crecimiento exponencial del crédito privado en forma de burbuja inmobiliaria, que provocó que los pasivos de los bancos centrales estuvieran respaldados por activos con un valor artificialmente inflado por la burbuja. Precisamente cuando esos activos han comenzado a resultar impagados (por ejemplo, las hipotecas subprime), el valor de los nuevos pasivos que respaldaban se vino abajo (reciente depreciación del dólar).
En última instancia, por tanto, la crisis económica actual es una consecuencia de la manipulación crediticia que practican unos bancos centrales monopolísticos sobre sus emisiones monetarias de curso legal.
En un sistema libre de divisas competitivas, el respaldo en oro o cualquier otro activo tangible hubiese limitado mucho antes la brutal expansión crediticia que dio lugar a las malas inversiones colectivas que ahora estamos purgando mediante la crisis.
Este artículo fue publicado originalmente en ElCato.org el 15 de octubre de 2008
Referencias:
1. “Los billetes y monedas denominados en euros serán los únicos de curso legal en el territorio nacional.”, art. 3.2 de la Ley 46/1998, de 17 de diciembre, sobre introducción del euro.
2. “El BCE tendrá el derecho exclusivo de autorizar la emisión de billetes de banco en la Comunidad. El BCE y los bancos centrales nacionales podrán emitir billetes”, art. 106 del Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea.