La discrepancia es muy llamativa, tanto como para que muchos andemos preguntándonos qué ha visto el señor Ballmer en el futuro para dar tal valoración a una empresa de llamadas telefónicas por internet. Por centrar más la cifra, los analistas financieros cifran el valor de cada cliente adquirido en unos 1000 dólares, cuando cada uno de esos clientes, según los mismos cálculos, da una media de 30 dólares de beneficios.
Lejos de nuestra intención poner en duda la capacidad emprendedora de una empresa con el registro histórico de Microsoft: algo estarán viendo que los demás mortales no alcanzamos. Por algo Microsoft es una de las empresas más grandes del mundo, posición lograda sin ningún favor gubernamental.
Sin embargo, sí existen algunos aspectos que merecen particular reflexión. Por ejemplo, esta fusión nos trae ecos de la burbuja tecnológica de principios de siglo. En concreto, recuerda enormemente a la fusión Time Warner–America On Line (AOL). Aquella operación, como ésta, suponía la integración entre dos mundos hasta ese momento separados: los contenidos y la informática. Como ésta, fue saludada como el heraldo del nuevo mundo que nos esperaba, y generalmente poco comprendida. Esperemos, por el bien de Microsoft, que no pasen de aquí los parecidos, porque la historia no termina bien: ¿alguien sabe qué ha sido de AOL?
Tampoco se quiere poner en duda la capacidad de innovación de Skype. Sin embargo, desde hace algún tiempo el nombre de Skype se ha visto asociado al debate sobre la neutralidad de red, y no tanto al lanzamiento de servicios revolucionarios. La preocupación principal de Skype es en estos momentos conseguir que los reguladores impidan a los operadores móviles el bloqueo de los servicios de voz sobre IP.
Lo que nos lleva a una paradoja que puede ser letal para la operación. Por un lado, Skype está centrado en que los operadores de telecomunicaciones, por su condición de dominantes, no limiten el acceso a sus servicios. Por otro, resulta que Microsoft es la empresa que mayor persecución ha sufrido por la misma condición.
Ítem más: resulta que Microsoft afirma que los principales beneficiarios de la integración con Skype van a ser sus usuarios de Xbox y Kinect. Pero ocurre que esta plataforma es cerrada y bajo el control absoluto de Microsoft. Las aplicaciones aquí son coto vedado, y solo están accesibles a los clientes de Microsoft, y solo quién decide Microsoft suministra aplicaciones.
Así que a ver quién le ata el cascabel al gato. ¿Seguirá Microsoft la estrategia regulatoria de Skype de acusar de dominantes a las telecos? ¿O serán las telecos las que recuerden al regulador que Microsoft es dominante en aplicaciones informáticas y Xbox?
Y digo yo, ¿no sería mejor que no hubiera reguladores enredando y que Microsoft-Skype y las telecos dedicaran todos sus esfuerzos a dar el mejor servicio posible a los usuarios?