Skip to content

El periodismo solipsista

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

La izquierda ha pasado del materialismo a sostener que la materia humana es inconsistente, irreal incluso, y que la mirada ha de posarse sobre las palabras.

La izquierda ha pasado del materialismo a sostener que la materia humana es inconsistente, irreal incluso, y que la mirada ha de posarse sobre las palabras. Éstas modelan la realidad; la conforman y modifican.

He de reconocer que no acabo de entender cómo se ha producido este cambio, tan radical. Quizás sea la influencia de la escuela de Fránkfurt, que incidió en la importancia del discurso, y en la necesidad de criticar la sociedad, siempre que la sociedad, claro, sea capitalista. Quizás sea la adoración, en las facultades de Sociología, por el dios menor de la semiótica. Quizás sea simplemente que la realidad desmiente abrumadora y minuciosamente todo lo que dicen de ella y, como venganza, niegan que exista.

Ah, que no me cree. Diario El País. Artículo El honor francés en Córcega. Autora, Natacha Polony. Dice: “Cualquier periodista sabe —o debería saber— que los hechos no existen”.Lo cual es extraordinario. Una carrera para lidiar con lo que acaece, con el mundo de Wittgenstein, para llegar a la revelación, por un sumo sacerdote, de que el periodismo es un ejercicio solipsista.

Si lo que ocurre es ilusorio, ¿con qué podrá trabajar el pobre periodista? Con lo que tiene más a mano: “Lo que existe es el relato de esos hechos, las palabras empleadas y los matices, que, a veces, están cargados de ideología”. Extraordinario de nuevo. Porque lo que ocurre no es real, pero el relato sobre él, sí. Este contrasentido se resuelve porque para el sumo sacerdote lo único que importa es cambiar lo que acaece, y el modo de hacerlo es infiltrando los retratos de una ideología “transformadora”.

Con esta perspectiva de que lo que importa no es la realidad sino el mejor camino para cambiarla, no es de extrañar que los hombres y mujeres de progreso no sepan ya qué hacer con el devenir de la sociedad. El honor francés en Córcega, pongo por caso. Polony niega que haya una comunidad corsa, sino francesa, y luego dice que ésta está menos acomplejada que los franceses de la metrópolis “porque tienen más presente lo que son”.

Más artículos

Trump 2.0: la incertidumbre contraataca

A Trump lo han encumbrado a la presidencia una colación de intereses contrapuestos que oscilan entre cripto Bros, ultraconservadores, magnates multimillonarios y aislacionistas globales. Pero, este es su juego, es su mundo, él es el protagonista.