Cuanta mayor libertad de prensa exista en un país, más posibilidades hay de que haya medios críticos con el populismo.
La profunda relación entre las libertades políticas y la existencia de unos medios de comunicación libres e independientes es algo que está fuera de toda duda desde la segunda mitad del siglo XVIII. Tanto es así que quien fuera el tercer presidente de Estados Unidos y redactor principal de la Declaración de Independencia de ese país, Thomas Jefferson, llegó a escribir: “Prefiero una prensa sin gobierno a un gobierno sin prensa”. No debe extrañar, por tanto, que todos los populistas traten de amordazar a los periodistas.
La posibilidad de criticar a los gobernantes sin que exista censura y no haya miedo a represalias es uno de los mecanismos fundamentales que tienen los ciudadanos en las sociedades abiertas para controlar el poder. Pero, por desgracia, también conlleva riesgos. Los demagogos de todo tipo pueden difundir sin cortapisas un discurso cuyo objetivo final es, precisamente, la instauración de regímenes políticos que restrinjan las libertades de los gobernados.
Responsabilidad de los medios en el auge de Podemos
En el marco del X Foro Atlántico celebrado recientemente en Madrid, Mario Vargas Llosa y Álvaro Vargas Llosa reflexionaron sobre ello. El primero afirmó: “Los medios sí pueden haber contribuido a difundir el populismo”. El segundo analizó lo ocurrido: “Los medios españoles que dieron esa cobertura a la gente de Podemos no lo hicieron con intención de difundir el populismo. Es como cuando uno va al zoológico y busca al pajarraco con las plumas más coloridas”. Para él, se trata de un caso de irresponsabilidad: “Hubo un efecto sensación, espectáculo, que no se pararon a pensar que aquello podía tener un eco social y, más adelante, político significativo”.
Tres años antes, entrevistado por el autor de estas líneas, Mario Vargas Llosa se había expresado de forma similar: “Quienes por frivolidad, por la necesidad de ganar una audiencia mediática mayor para sus programas, han promovido este fenómeno -Podemos- deberían comenzar a asustarse y rectificar, a menos que quieran realmente la destrucción de todo lo que España ha conseguido desde que se volvió un país moderno y democrático”.
Ninguno de ellos cree, sin embargo, que de todo esto se deduzca que hay que recortar la libertad de expresión. Se sitúan en la línea de algo que escribió el ya mencionado Thomas Jefferson: “Estoy a favor de la libertad de prensa y contra toda violación de la Constitución para silenciar mediante la fuerza y no la razón las quejas o críticas, justas o injustas, de nuestros ciudadanos contra la conducta de sus gobernantes”.
El miedo del populismo a la libertad de prensa
El populismo crece en sistemas donde existe la libertad de prensa. Pero también sabe que esta última es al mismo tiempo su mayor enemigo. De hecho, restringirla es una de sus grandes obsesiones. Esto es así tanto cuando gobierna como cuando busca alcanzar el poder. En América Latina sobran ejemplos de lo primero. En la Venezuela bolivariana se han quitado licencias a radios y televisoras y se ha ahogado a periódicos impidiéndoles comprar papel. En Argentina, Cristina Fernández de Kirchner impuso una “Ley Mordaza” con el objetivo de hacer claudicar a periódicos como La Nación o grupos mediáticos como Clarín. En Ecuador, Rafael Correa también aprobó su propia “Ley Mordaza” y cerró medios privados. En todos esos países, además, los gobernantes han insultado y acosado a periodistas nacionales y corresponsales extranjeros.
En España, los líderes de Podemos ya han dado pistas de que esos son sus modelos, aunque en los últimos años hayan moderado su discurso por una mera cuestión estratégica. Pablo Iglesias dijo que la existencia de medios privados “atenta contra la libertad de expresión”, y dirigió un documental sobre este mismo asunto que terminaba con una frase: “Recuerda, democracia es expropiación”. Tanto él como Íñigo Errejón apelan con frecuencia a la “democratización de los medios”. Es una expresión tomada del gobierno de Correa en Ecuador para justificar el cierre de medios privados y ponerlos en manos de organizaciones afines a su movimiento populista.
Todos los populistas son conscientes de que pueden aprovecharse de la libertad de expresión a corto plazo, pero que a la larga ésta juega contra ellos. Por eso mismo, desde un Podemos que no está en el poder se acosa a los profesionales de los medios de comunicación no afines a ellos, como denunció la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) en marzo de este año. Cuanta mayor libertad de prensa exista en un país, más posibilidades hay de que haya medios críticos con el populismo. Ese es el gran miedo de personajes como Nicolás Maduro, Cristina Fernández de Kirchner, Rafael Correa, Evo Morales o Pablo Iglesias.