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El refugio de los indignados

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Riyad (que el pasado viernes atacó un tren con un hacha) ha pasado de querer vivir en Alemania a perpetrar su crimen. Eso es lo que nos espera.

Un refugiado afgano de 17 años, de nombre Mohamed Riyad, aprovechó la estrechez de un tren para segar la vida de los pasajeros se encontraba en su camino. “Alá es grande”, aseguró antes de cometer su múltiple crimen. Cabe preguntarse qué es lo grande de un dios cuyo nombre se invoca para derramar la sangre de los inocentes.

Riyad llevaba dos años en Alemania y había solicitado asilo. Muchos son los que, muy a pesar de las lecciones impartidas a diario por los medios de comunicación, temían que la riada de inmigrantes procedentes de países en conflicto y de mayoría muso probable, según expertos, es que una vez en territorio europeo se radicalicen y acaben en practicando el kamikazeulmana viniera más turbia de lo deseable y arrastrase a algún fiel de Alá que lo fuera también del terrorismo. Los expertos, yo no soy quién para desmentirles, dicen que es una posibilidad remota. Aunque lo cierto es que hay que ser muy torpe, o muy progresista, para asegurar que eso no va a ocurrir o no ha pasado ya.

La alerta de los expertos es otra, mucho más peligrosa. Lo probable, dicen, es que una vez en territorio europeo se radicalicen y acaben en practicando el kamikaze cutre e innoble de los musulmanes. Es el caso de Riyad. Había pintado a mano una bandera del ISIS, y dejó escrito un texto, parte en caracteres árabes, parte en latinos, lo cual hace pensar que estos dos años de acogida fueron suficientes para radicalizarse. Es ¡tan fácil! Basta con conectarse a esa maravilla de la tecnología, que nada debe a la retrasada cultura islámica, que es internet. Contactó con los bravos miembros del ISIS, que le pidieron un video-selfie haciendo el mono con un cuchillo, y a cambio le darían un coach de buen musulmán.

No salimos de Alemania. Un joven, con una Glock en la mano y 300 balas en la mochila, ha matado a 9 personas y herido a 27. Las televisiones se apresuraron a decir que era más loco que iraní, pero el ministro del interior ha reconocido que este ciudadano con nacionalidad alemana llevaba un año planeando su crimen. Un año de arrebato es demasiado incluso para un televidente. Sus motivos, parece, nada tienen que ver con el ensangrentado nombre de Alá, sino con los conflictos mal digeridos de un chico de 18 años.

El vicecanciller, Sigmar Gabriel, ha dicho que la respuesta ha de ser reforzar la dificultad de adquirir armas en su país. Como sí ello fuese a detener a un chaval de 18 años que ha comprado susto la en la web profunda. Lo único que consigue Alemania es asegurarse de que su población esté literalmente inerme ante cualquier bobo solitario.

Ítem plus: Un refugiado sirio mata a una mujer con un cuchillo en Reutlingen. Otro refugiado sirio se hace estallar en Ansbach, Baviera, e hiere a doce personas. Todavía se ignora si es otro fiel del ISIS o hace la Yihad por su cuenta, y para riesgo de los demás.

Todo ello en una semana, y en lo que un bobo solemne llamaría el corazón de Europa. Son casos distintos; sobre todo el del pistolero de Múnich. Pero de ellos se pueden extraer al menos una conclusión. Como ha dicho el ministro del interior, no podemos aspirar a evitar todos los atentados con el Estado de Derecho. Sus palabras se pueden interpretar como que, ahora, tendremos que acostumbrarnos a ver cómo nuestros ciudadanos saltan por los aires. Europa es una distópica zona de guerra en una sociedad que quiere vivir en paz

Lo que nadie dice es el papel que juega el Islam como refugió de los indignados. Si un musulmán cualquiera alberga odio contra la sociedad en la que vive, tiene la cobertura ideológica perfecta para dar curso a ese odio, y sublimarse como santón. Y no podemos dar por seguro que los millones de musulmanes que viven en Europa no van a pasar una mala racha. El joven que atentó contra un bar de ambiente en los Estados Unidos era cliente habitual del mismo. Un revés amoroso pudo motivar su radicalismo mahometano. Riyad ha pasado de querer vivir en Alemania a perpetrar su crimen. Eso es lo que nos espera.

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