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España, en la carrera de la rata

Publicado en Libertad Digital

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Y dice mucho por dos motivos. Primero por cuanto ya debería ser algo sobradamente conocido entre todos los españoles: al Gobierno –a ningún Gobierno, pero con especial intensidad a éste– no le importa lo más mínimo el bienestar de los ciudadanos, su único objetivo es mantenerse en el poder.

Sólo así se explica que los impuestos se incrementen después de los comicios europeos. Si era necesario aumentarlos para encarrilar la situación económica, ¿por qué no se adoptó esa decisión antes? ¿Por qué se retrasó hasta después de que los ciudadanos que aun tienen estómago para ir a votar depositaran su sufragio en las urnas? ¿Es que nos están diciendo que sus intereses electorales valen más que la adopción de medidas que redunden en beneficio de los españoles?

Aunque claro, y este es el segundo motivo, que subir los impuesto sea algo que favorezca a lo españoles resulta bastante discutible. Nuestro país tiene un déficit público del 8% (es decir, gastamos nada menos que 80.000 millones de euros más de lo que ingresamos), de modo que algo hay que hacer, porque por mucho que se empeñen Zapatero y Salgado, el margen del Gobierno para seguir endeudándose se va acabando (ahí tenemos a las agencias internacionales de rating amenazando de nuevo con rebajar la calificación de la deuda pública española).

Ante un desequilibrio en nuestras cuentas, tenemos dos alternativas: o ingresar más o gastar menos. Cualquier persona sabe que si cada mes derrocha más de lo que cobra, tendrá que ir pensando en apretarse el cinturón o en hacer horas extras en el trabajo. A esta segunda estrategia, el inversor inmobiliario y experto en finanzas personales Robert Kiyosaki la llama "la carrera de la rata". Básicamente, una persona, familia o sociedad está en la carrera de la rata cuando vive por encima de sus posibilidades: no sólo se funde todas sus rentas, sino que primero se endeuda para seguir consumiendo y, después, cuando el crédito ya le comienza a escasear, se busca un segundo o tercer empleo para poder mantener su desbocado ritmo de vida.

El resultado de la carrera de la rata es también bastante conocido: la persona cada vez tiene menos tiempo libre, vive más agobiado para poder atender sus facturas, va acumulando más deuda y, al final, termina restringiendo de todas formas su gasto (cosa que debió y no quiso hacer al principio) pero con una diferencia sustanciosa: tiene una montaña de deuda pendiente de pago.

El Gobierno ha optado por meternos de lleno en la carrera de la rata. Con un 8% de déficit, sólo se le ocurre intentar reducir el gasto público en un 4,5% (en realidad se está incrementando a sí mismo el margen de gasto en un 15%, pero este es otro asunto) y aumentar los impuestos. Dicho de otra manera: más deuda, mismo despilfarro (a pesar de que probablemente terminará creciendo) y, eso sí, más tributos.

Las subidas de impuestos de hoy, téngalo por seguro, han sido sólo una broma comparadas con las de mañana, sólo vienen a indicar qué rumbo se seguirá en el futuro. Con una deuda pública creciente, aun cuando lográramos –por alguna alineación de los astros Zapatero y Obama– regresar al equilibrio presupuestario, deberíamos incrementar los impuestos. Pues imagínese si el presupuesto sigue arrojando un importante agujero negro ejercicio tras ejercicio.

En unos años, los caprichos de las energías renovables de Zapatero se traducirán en subidas del precio de la luz del 31%, los sociales y keynesianos en fuerte subidas de impuestos y los laborales y de supuesta protección del trabajador en unos cinco millones de parados. Ese solar será la España del caprichoso ZP.

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