Evidentemente Sala-i-Martín se quedó atónito ante tan estúpida pregunta. Cuando le pidió a la reportera que le aclarara la cuestión ésta fue incapaz ya que ni ella misma sabía que podía significar.
A la progresía en este país le encanta encajar las cosas en tópicos y discriminar a la gente por lo que tiene, lo que es (hombre o mujer, negro o blanco) o lo que gana. En esta visión elitista y casi racista no dudan en declarar amigos y enemigos para simplificar las cosas olvidando la enorme complejidad de los actos humanos y sus circunstancias. La pregunta de nuestra reportera lo demuestra a la perfección, ¿cómo se puede estar a favor o en contra de un grupo social según su renta?
La gente no está predestinada por el hecho de ser mujer u hombre, blanco o negro, mileurista o millonario, sino por lo que es capaz de aportar a los demás con su esfuerzo, sacrificio y capacidad de innovación. Las cosas no son gratis; casi siempre nos las hemos de ganar con tiempo y esfuerzo porque de no ser así eso significaría que alguien está viviendo a costa de la producción de otra persona, y si todos anhelamos vivir a expensas del dinero de los demás sin dar nuestra contrapartida sólo conseguiremos crear una sociedad de oportunistas irresponsables abocados a la ruina general.
Cuanto mayor sea el esfuerzo y trabajo del individuo más posibilidades va a tener de conseguir una mayor felicidad material. Creer en absurdos tales como que el Estado, o cualquier otra forma de coacción masiva, es la solución a la felicidad material de las personas sólo hará que unos pocos puedan cometer atrocidades contra el resto de la población sin llegar jamás a una solución real.
El mileurista de hoy puede ser el millonario de mañana si se lo propone, y no haciendo manifestaciones, sino alcanzando hitos cada día y trabajando muy duro en una empresa privada o en su propio negocio, tal y como hicieron nuestros padres, porque pocos tienen el privilegio de ser adinerados en su juventud.
De hecho, un mileurista cobra algo más de 17.000 euros anuales brutos, y de aquí, casi el 20% es incautado automáticamente por el estado por diferentes conceptos. ¿Qué recibe a cambio el mileurista de la administración? Nada. Tal vez la auténtica injusticia del mileurista se llame Estado, y la pregunta más acertada de nuestra periodista sería: ¿cree si eliminásemos los impuestos aliviaríamos a lo mileuristas y se podrían convertir más fácilmente en gente de dinero y éxito? Sin duda.