Skip to content

Hasta un 30% de ERTE se convertirán en parados

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

«No romance without finance». Gwen Guthrie.

El Gobierno que demoniza constantemente la reforma laboral de 2012 se quiere apuntar los ERTE (expediente de regulación temporal de empleo) como un éxito de Sánchez. El presidente no se sonroja cuando dice que en la anterior crisis -en la que gobernaba su partido, por cierto- se «recurrió al despido masivo» y ahora dice que ellos han hecho «la gran reforma estructural» de los ERTE.

Los ERTE ya existían en la anterior crisis, señor presidente, desde 1995 (artículo 47). En la crisis de 2008 a 2011, con su partido en el Gobierno, se destruyeron casi tres millones de empleos.

La verdadera «reforma estructural», la flexibilización del procedimiento de ERTE que intenta Sánchez apropiarse se hizo en la reforma laboral. Es en la reforma laboral de 2012 (título VI) donde se establece el cambio de regulación que agiliza y establece el procedimiento de ERTE que hoy conocemos.

Antes de la reforma laboral, un ERTE era un procedimiento lento, burocrático e ineficiente donde se requería la autorización administrativa de la autoridad laboral. Eso se suprimió en el título VI de la Reforma de 2012. Para que se hagan una idea, si en esta crisis se hubiera mantenido el procedimiento como existía antes de la reforma laboral de 2012, la mayoría de los expedientes estarían desde marzo en procedimientos eternos, lentos y asfixiantes.

En las principales economías europeas hay unos 40 millones de trabajadores en esquemas de paro similares. Y se presenta un invierno complicado.

Según cifras oficiales del Ministerio de Seguridad Social, a 10 de agosto, y tras casi tres meses de apertura de la economía, todavía quedan 959.000 personas en ERTE. A este ritmo, terminaremos septiembre con 900.000 personas todavía en este esquema de desempleo temporal, que probablemente se volverá a extender.

Poco que celebrar

Se han reducido las personas en ERTE en 2.226.800 desde el máximo. Esto ha permitido que las cifras de paro oficial aparecieran como inferiores a lo que podría haber sido, y a pesar de ello España cierra julio con la tasa de paro más alta de la Unión Europea, 15,6%, por encima de Grecia. El paro femenino alcanza el 17,1% y el de menores de 25 años un 40,8%, también las mayores tasas de la Unión Europea.

¿Y ahora, qué?

Los ERTE siempre han sido una condición necesaria pero no suficiente. Al rechazar tomar medidas serias de exoneración de impuestos y líneas de liquidez sin recurso para pequeñas empresas sin acceso a crédito, el Gobierno ha llevado a España a la mayor destrucción del parque de empresas de la Unión Europea.

Se han perdido más de 130.000 empresas entre junio de 2019 y junio de 2020, y España continúa destruyendo grandes empresas (79 menos desde el cierre forzoso). España tiene hoy 125.000 empresas menos que en 2009. Eso significa menor potencial de empleo, menor riqueza e inversión.

Incluso considerando el rebote por efecto base, el índice de cifra de negocios de la industria muestra una caída anual del 16,5%, según el INE. En un país donde casi la mitad de las empresas estaban en pérdidas en 2018, según la AEAT, vamos a sufrir un desplome de beneficios y un tsunami de pérdidas sin precedentes.

Eso hace que hasta grandes empresas con capacidad de aguantar la crisis estén forzadas a reducir plantilla. El último índice compuesto publicado por Markit alertaba de que la industria continuaba reduciendo plantilla en julio a pesar del rebote expansivo.

¿Qué nos puede esperar en octubre?

Se juntan tres grandes problemas para el Gobierno a la hora de continuar disfrazando las cifras de paro. El primero es el despido por cierre empresarial.

Si cerramos la temporada de agosto con 900.000 personas en ERTE y un paro del 15% oficial, el riesgo es que la inevitable caída de muchas empresas, que hoy tiene en riesgo a casi 84.000 negocios por el desastre de cifras de ventas tras la reapertura, va a disparar las cifras de paro oficial hasta al menos un 20,5% según estimaciones, incluso si se mantienen los ERTE hasta diciembre.

Desde las asociaciones de empresarios y pymes llegan cifras simplemente terribles de pérdidas, con negocios que están funcionando tras meses de apertura con un 40% de actividad con respecto al año pasado.

El segundo es que el disfraz del crédito se seca. Muchas empresas han podido sobrevivir gracias a fuertes aumentos de crédito, endeudándose para poder sacar adelante su negocio. Muchos de esos préstamos-puente vencen entre septiembre y octubre con la cifra de negocios de esas empresas a niveles de derribo y su situación de solvencia empeorando.

Si en países dinámicos y abiertos ya se está notando esa caída de acceso a crédito, imaginen en un país donde la medida estrella del Gobierno ha sido conceder a los creadores de empleos la magnánima generosidad de endeudarse para pagar impuestos tres meses después.

El tercer problema es que el Gobierno parece creer que el empleo cae del cielo. La mayoría de la creación de nuevos puestos de trabajo viene de empresas de nueva creación y pequeñas empresas, dos segmentos que han sido completamente olvidados en esta crisis.

Las empresas que no tienen activos mobiliarios ni acceso a crédito para pedir avales, las que acaban de empezar, esa son las que están siendo cercenadas. Las sociedades mercantiles creadas (anual acumulado) registran una caída del 30% en junio, según el INE.

A todo ello hay que añadir una muy pobre gestión de los rebrotes que amenaza a la economía si se vuelven a implementar los ineficaces, devastadores e incompetentes cierres forzosos.

Mientras el mundo aprende que los países que no han llevado a cabo cierre forzoso y que han gestionado de manera eficiente la pandemia con protocolos serios también caen menos y con menos paro, España puede empeorar de manera muy peligrosa si volvemos a los confinamientos, algo que la economía -ya maltrecha- no se puede permitir.

Muchas estimaciones ya asumen que hasta un 30% de los ERTE pueden convertirse en paro y las más pesimistas muestran que esos 900.000 trabajadores que siguen en ERTE no se puedan recuperar.

El desastre va a ser muy grande si el Gobierno no implementa urgentes medidas como las que hemos pedido en varias ocasiones en esta columna (exoneración de cargas, facilidades administrativas, políticas serias de atracción de capital y empleo, lean este link).

Se presenta un otoño muy difícil en el que los parches de crédito y ERTE no van a poder disfrazar el gravísimo problema al que se enfrenta nuestra economía.

Más artículos

Populismo fiscal

Cómo la política impositiva del gobierno de Pedro Sánchez divide y empobrece a la sociedad española El nuevo informe del Instituto Juan de Mariana evalúa la deriva de la política