Resulta bastante chocante que un movimiento llamado nacional socialismo se haya atribuido a la derecha, pero eso sólo es debido a que el comunismo reclamaba para sí el título de ser la verdadera izquierda y porque los planes expansionistas de Hitler le llevaron a romper el pacto de no agresión con Rusia, que meses antes le había servido a las dos partes para repartirse Polonia.
Hitler fue modelando su ideología con los años. Pero no la llegó a cambiar del todo desde que, en su juventud, mostraba una sincera simpatía por las organizaciones de trabajadores y esa mezcla de indignación y odio hacia productores y empleadores que es distinción de tantos en la izquierda. Hitler explicaría, ya como líder del Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores que «nosotros somos socialistas; somos enemigos del actual sistema económico capitalista por su explotación de quien es económicamente débil, con sus salarios injustos, con su indecorosa evaluación del ser humano según su riqueza y propiedad en lugar de su responsabilidad y sus logros. Y estamos todos dispuestos a destruir este sistema bajo cualquier circunstancia».
Esa voluntad de crear un nuevo orden, de erigirlo con todo el poder del Estado, de transformar la sociedad, son señas de identidad de la izquierda. También ese antiindividualismo expresado por Hitler en sus palabras así: «El interés común frente al propio; ese es el espíritu del programa. Romper la servidumbre de los intereses, ese es el corazón del nacional socialismo». En su programa exigían «la abolición de todos los ingresos no ganados por el trabajo», esto es, «la ruptura del esclavismo del interés».
Sus políticas fueron pioneras de varias obsesiones de la izquierda. Especialmente el control de armas, pero también la legislación antitabaco, a favor del aborto y de la eutanasia, la discriminación positiva y su obsesión por los derechos de los animales. Otro rasgo esencial del nacional socialismo que comparte con otros izquierdismos es su odio inextinguible por el cristianismo. El hecho de que los nazis coquetearan con el neopaganismo y el gnosticismo tampoco es circunstancial.
Por otro lado muchos pensadores y políticos de izquierda han adoptado posiciones que, aunque se pueden rechazar desde la izquierda, son en verdad propias de esa ideología y rasgos claramente identificables del nacional socialismo. La obsesión por la relación entre la población y los recursos, que llevó a los nazis a acuñar el concepto del espacio vital o lebensraum. En nombre de esas ideas, la izquierda internacional promovió la esterilización masiva de poblaciones enteras en el tercer mundo, décadas después de vencido el nazismo en la guerra, aunque no en las ideas. En Suecia, el matrimonio Gunnar y Alva Myrdal, premios Nobel de Economía y de la Paz respectivamente, escribió en 1934 Crisis en la Cuestión de la Población. Al año siguiente, y hasta los 70, el Gobierno sueco esterilizó a decenas de miles de mujeres con razones como su incapacidad económica para mantener a los hijos, o el ser de una «raza mezclada» o «gitana» o «imbécil».
¿Denigra a la izquierda contar con Hitler entre sus líderes? No más o menos que los Lenin, Pol Pot o Stalin. Quizás no despierten ahora las pasiones de antes, pero un par de hombres de progreso como Willy Toledo, aquél que se presentó en una gala de los Goya con una camiseta de Ho Chi Minh, y no habrá totalitario que quede en el olvido de cierta izquierda.