Subirán los impuestos sobre el capital. El capital, ya sabe, los ricos, los potentados, los accionistas de las empresas. Es decir, como recuerda Juan Ramón Rallo, más de 16 millones de españoles que entran dentro de la clase media española y que es a ellos a quienes se refieren los socialistas cuando hablan de "los ricos".
Porque a los ricos, a los ricos de verdad, no les gusta pagar impuestos. No es ya la incomodidad de rellenar formularios, que para eso tienen a sus gestores, es que puestos ante la disyuntiva de pagar muchos impuestos o pagar pocos, prefieren esto último. Bien, no tienen más que pedirlo y se les pone a su disposición un instrumento adecuado, el de las Sicav, con una tributación del 1 por ciento, que ya ha adelantado que no tocará. Quede claro que a mí ese 1 por ciento me sigue pareciendo excesivo, pero lo que me interesa ahora es la brutal hipocresía del Gobierno, que le quiere meter la mano en el bolsillo a la clase media con el discurso de subirle los impuestos a los ricos, mientras las personas que objetivamente responden a esa rúbrica no sienten sobresaltos al leer la prensa.
Al Gobierno se le viene encima una avalancha fiscal. El déficit público está ya en el 10 por ciento del PIB y la deuda, que rondaba el 36 por ciento cuando Zapatero ganó las elecciones en 2008, alcanzará el 80 por ciento del PIB en 2010 y rebasará el 90 por ciento en 2011. Para entonces tendremos que destinar cerca del 3 por ciento del PIB a pagar los intereses de la deuda. Lo recaudado por el impuesto sobre el capital en 2008 sólo pagaría una cuarta parte de esos intereses.
No es ya que el efecto recaudatorio de subir los impuestos sobre el capital sea irrisorio sobre el enorme problema fiscal al que se enfrenta el Estado, sino que en esta fase del ciclo, más incluso que en cualquier otra, subir la fiscalidad precisamente ahí es clavar una daga en el corazón de la recuperación económica. Zapatero, a base de hacer retruécanos sobre la política del momento, está envenenando el futuro de nuestra economía. Saludaremos desde nuestra miseria a las economías que, en todos los puntos cardinales estarán en plena recuperación.