No hay nada bueno en la parálisis institucional de cara a una ralentización que hay que vigilar.
“The devil is never a maker. The less that you give, you’re a taker”. Ronnie James Dio.
Decía Jim Rogers que a él no le preocupa la incertidumbre, sino la certidumbre. En el caso de la investidura fallida, la frase es perfecta. Muchos ciudadanos sentirán alivio porque nos hemos librado, tal vez por unos meses, de tener al chavismo patrio en puestos de gobierno.
Mientras el Parlamento se convertía de nuevo en un espectáculo de reproches y personalismos y Pablo Iglesias, en un alarde de generosidad, pedía nada más que todas las competencias que suponen controlar subvenciones, la EPA y los indicadores adelantados muestran la ralentización.
Afortunadamente se sigue reduciendo el paro, pero, en términos desestacionalizados, el número de parados se ha incrementado el segundo trimestre por primera vez desde 2013, según el INE. Es la menor reducción del paro en términos reportados desde el segundo trimestre de 2013. El crecimiento interanual de la ocupación es un 33% peor que el del primer trimestre y mucho peor que el de 2018.
En los últimos doce meses, la demanda eléctrica cae en el 70% de los sectores de mayor consumo, y no es por magia de eficiencia. La caída de consumo eléctrico es especialmente agresiva en el último mes, y afecta a la inmensa mayoría de los grandes consumidores, incluida papel, madera, química, refino, comercio al por menor, actividades sanitarias, etc.
El índice manufacturero de España entraba en contracción en junio (47,9), muy por debajo del nivel anterior (50,1, una ligera expansión) y de lo estimado por analistas (49,5).
El indicador de confianza industrial de junio se situaba en -4,8, el de confianza del consumidor en -2,1 y la matriculación de vehículos se desplomaba en junio. La caída en España supera el 8%, mucho peor que en Alemania (-4,7%) o Reino Unido (-4,9%).
El PIB va a sostenerse por aumento de gasto público y deuda y gracias al sector exterior, aunque la balanza comercial vuelve a empeorar en mayo. Además, España retrocede en el Índice Global de Innovación 2019 hasta el puesto 29. Suiza, Suecia, EEUU, Holanda y Reino Unido son los 5 líderes globales en innovación, países que llevan a cabo las políticas opuestas a las que quieren imponer desde Podemos.
Ninguno de estos factores de ralentización se va a mejorar aumentando el intervencionismo y subiendo impuestos.
Sin embargo, a medida que pasan las horas tras la investidura fallida, el fracaso se relativiza. Escuchábamos las llamadas a la urgencia de Podemos, ERC, IU y Bildu y su autoproclamada generosidad -con el dinero de los demás- y, con ello, quedaba claro que el partido socialista tiene al enemigo a las puertas de casa y unos supuestos socios que son más una hilera de caballos de Troya. El presidente Sánchez sabe perfectamente que abrir la puerta a ministerios de Podemos y contar con la evidentemente altruista generosidad de ERC, PdCAT, PNV y Bildu es también firmar su sentencia de muerte.
Nadie duda de que es una mala idea aliarse con quien tiene como objetivo suplantarte y formar gobierno de una nación que quieres romper. Un gobierno es un equilibrio inestable ya de por sí cuando cuentas con ministros de toda confianza… Imaginen lo que es cuando tienes a ministros cuyo objetivo es dinamitar las instituciones y al partido gobernante desde dentro.
El socio generoso tiene todos los incentivos para poner la zancadilla al presidente en cuanto pueda, ya que debe fortalecer su diferenciación de cara a unas elecciones futuras y a la vez mostrar que no le dejaron hacer lo que promete a sus votantes. Es más, la legislatura empezaría a hacer agua desde el momento en que aceptas como socios a partidos cuya razón para unirse es solo ir contra las instituciones que representas.
No era posible para Ciudadanos o PP abstenerse. Ya saben, por experiencia, que la oferta de acuerdos de Estado no se aceptaba ni se va a aceptar y que el pacto del abrazo de la serpiente se utilizó como as en la manga para poner firmes a Podemos, no para gobernar.
El presidente del Gobierno sabe que solo tiene una forma de sobrevivir: acabar con el populismo desde dentro, absorbiéndolo. Pero la táctica le imposibilita también aceptar pactos de Estado con los partidos constitucionalistas. Supondría dinamitar decenas de pactos en municipios y comunidades con los socios de la extrema izquierda. Es mejor, como táctica, ser presidente en funciones hasta que se pueda agotar: todo lo que vaya bien en España va a ser gracias a la labor impecable del gobierno en funciones y todo lo que vaya mal será culpa de los demás, del bloqueo y de los generosos.
Puede ser una buena estrategia para el presidente, pero una mala estrategia para España. Porque, mientras tanto, ignoramos las señales de alarma.
Ya escuchamos su apasionada alabanza del presupuesto y reforma laboral del PP: «En los últimos 12 meses se han creado más de 510.000 empleos»”, «el déficit en 2018 fue del 2,5%» o apuntarse el resultado de la represión financiera del BCE que ha llevado a que las primas de riesgo de toda la eurozona se desplomen artificialmente. Salvini hace lo mismo en Italia. «Hemos puesto contra las cuerdas a la Unión Europea y el bono soberano de Italia se ha revalorizado más que nunca», decía un diputado suyo.
Nos seguirán diciendo que España «crece más que la media de la UE», que es un subterfugio conformista cuando la eurozona empeora. Y además hay muchos países en la UE que crecen mucho más, con menos paro y mayor atracción de inversión.
Puede ser cierto que sea mejor no hacer nada que empeorar, pero no hay tampoco nada bueno en la parálisis institucional de cara a una ralentización que hay que vigilar. Fuera de tacticismos políticos y generosidades con el dinero de los demás, la realidad de esta investidura es que España lleva en bloqueo institucional desde hace años y los problemas de fondo no se solucionan, solo se disfrazan bajo el gas de la risa monetario. El enfermo no se cura, pero se divierte. Hasta que los síntomas empeoran de manera notable.