El gobierno de ZP ha manifestado que va a contribuir un poco más a la quiebra de la seguridad social destinando 1.800 millones de euros adicionales a las pensiones. El sistema de seguridad social español se basa en un política de redistribución donde usted paga no su futura pensión, sino la de otro que ya ha contribuido (esquema de Ponzi). Recientemente Pedro Solbes declaró que "la seguridad social se puede prolongar durante cinco o seis años más, pero después de este tiempo será más complicado".
Para evitar este colapso algunos economistas, como los del gobierno Bush, creen que las pensiones han de financiar al que las aporta, y no a terceros. Para conseguir una cierta solvencia futura, Bush ha manifestado que la conversión a su sistema puede costar entre dos y tres billones de dólares. ¡Menuda solución!
En todos los casos el panorama es desastroso: o nos arruinamos en el futuro (método Solbes), o nos arruinamos en el presente (método Bush) destinando nuestro dinero a un fin que nosotros no hemos elegido, sino el estado.
El economista Milton Friedman, ganador de un Premio Nóbel, dijo de la seguridad social: "los jóvenes siempre han contribuido al mantenimiento de los mayores. Antes, el joven ayudaba a sus propios padres por un sentido de amor y deber. Ahora contribuyen a mantener a los padres de otro por obligación y miedo".
Las palabras de Friedman nos sirven de guía. ¿Qué derecho tiene el estado a robarnos el dinero diciendo que es para "nuestro bien"? ¿Qué derecho tiene para no cumplir con su deuda, y como solución a su fracaso, robar por partida doble a toda la comunidad? Nosotros sabemos mejor que nadie como gestionar nuestro dinero. Efectivamente, la mejor solución sólo puede ser que el estado no interfiera en nuestro futuro, y por lo tanto, abolir la seguridad social.
Pero ¿qué pasa con aquellos a los que el estado prometió una pensión y ahora se ven sin ella? Cuando llegue el momento, yo ofrezco un plan muy sencillo:
1. Que el estado privatice completamente todas las empresas productivas y elimine las improductivas. Con los ingresos indemnizará a los pensionistas. La privatización de estas empresas creará más trabajos, producción útil y aumentará el presupuesto individual y familiar. Podríamos llamarlo la contra–nacionalización.
2. Eliminar todas las ayudas y gastos estatales. El derroche social del estado sólo incentiva la ociosidad y el parasitismo (subsidios por desempleo, subvenciones destinadas a los actores, a organizaciones pro terroristas palestinas, a dictadores africanos y latinoamericanos…). Esto implica también eliminar todos los ministerios ineficaces, como el ministerio de economía, vivienda, ciencia, medio ambiente… Los funcionarios por primera vez tendrán que ser productivos e ir a trabajar a empresas privadas. El ahorro y fondos estatales serán usados para indemnizar a los pensionistas actuales.
3. Eliminar todas las leyes que son un obstáculo al comercio. En consecuencia aflorará el capital extranjero y nacional (sumergido) siendo canalizado a necesidades que la gente sí valora y haciendo aumentar el bienestar de todos.
4. Eliminar todos los impuestos. El precio de los bienes disminuirá drásticamente. Todos tendremos mayor poder adquisitivo y se incentivará la competencia de forma natural.
5. Eliminar todas las trabas a los sectores financieros, seguros y médicos. Desaparición de los órganos reguladores como la CNMV, banco central, dirección general de seguros… La oferta de productos financieros de ahorro, inversión y previsión crecerá según su demanda real proporcionando herramientas ricas y diversificadas en riesgo. Se crearán seguros y planes de pensiones individuales con cortos periodos de carencia para los mayores.
Con estas medidas seremos los amos de nuestro futuro sin depender de ningún político pudiendo ayudar voluntariamente a nuestros mayores. No tenemos la culpa de los fallos del estado. Que sea él quien pague sus errores.