La idea es que las empresas a las que pagamos para poder entrar en internet tengan la obligación de vigilarnos y nos desconecten de la red si somos malos y nos bajamos material protegido por derechos de autor, perdiéndonos en ese mismo instante como clientes, claro. A esto lo consideró El Mundo en un editorial como "una solución razonable para eliminar el canon", ni más ni menos.
El pequeño detalle que no parece que tuviera en consideración el editorialista en cuestión fue que para poder detectar a quienes se descargan contenidos protegidos, los proveedores de acceso a internet tendrían que filtrar y examinar todo el tráfico de sus clientes. Es el tipo de cosas que le gustan a los dictadores de paraísos de las libertades como Irán y China. Seguro que a Pedro J. le parecería una animalada que Correos abriera y examinara el contenido de todos los sobres y paquetes que pasan por sus manos. Pues su periódico defiende que se haga lo mismo con lo que circula por las redes, que no por ser digital es menos íntimo y privado.
Pero aun dejando a un lado la ética y los derechos individuales, que es lo que suelen hacer tantos centristas de pro, seguiría quedando sobre la mesa el pequeño detalle de que es imposible para un proveedor de internet cumplir con ese cometido. Las dos principales redes P2P, BitTorrent y eMule, permiten cifrar la información que se intercambia. Es como si en esos sobres que abren con tan poca consideración sólo encontraran cartas escritas en suahili, y sin intérprete a mano ni nada.
Es más, precisamente porque muchos proveedores intentan reducir el uso de las redes P2P porque consumen una parte importante del ancho de banda disponible, los programadores han buscado modos de esconder incluso que se estén usando, procurando hacerlas pasar por otra cosa, iniciando un juego de gato y ratón con los proveedores que ha hecho a estas aplicaciones mucho más complicadas y capaces de disimular su naturaleza.
Si gobiernos como el británico cumplen con sus amenazas de castigar a los proveedores de internet que no cumplan el papel de policías, el resultado será que éstos ofrecerán la cabeza de los usuarios más torpes y novatos, que no sepan mucho de informática ni de P2P e ignoren qué es eso de cifrar las comunicaciones. Serán los cabezas de turco que permitan a los ISP seguir funcionando sin sanciones. Ahora, la privacidad de nuestras comunicaciones se habrá ido al garete en el entretanto. Y no habrá hecho falta ninguna ley antiterrorista polémica debatida en ningún parlamento. Bastará con las quejas de las SGAE europeas. ¡Qué barato vendemos nuestras libertades!