Cuando la crisis del Katrina se produjo, los norteamericanos desembolsaron inicialmente 600 millones de dólares de sus bolsillos ofreciendo sus casas, todo tipo de material, suministros y ayuda a quien la necesitase. El auxilio ciudadano y privado no se limitó "sólo" a esto. Aunque es muy difícil realizar el cálculo total, a febrero del año pasado, el Center on Philanthropy de la Universidad de Indiana computó más de 3.000 millones de dólares en donaciones privadas.
Mientras tanto, el Gobierno de los Estados Unidos montaba el show. No sólo dificultó la ayuda, sino que incluso la vetaba: camiones de Wal-Mart con agua y suministros fueron rechazados por el FEMA, la Guarda Costera bloqueó la entrega de combustible a particulares, 600 camas de la Marina se quedaron sin usar, a los bomberos se les ordenó irse de las zonas inundadas, una gran parte del dinero extranjero fue rehusado y muchos ciudadanos fueron retenidos por la Guardia Nacional y el FEMA cuando intentaban ayudar. El FEMA, según la Government Accountability Office, usó parte del dinero en casinos, armas, alcohol, condones y hasta tatuajes. Dos auditorías del Gobierno desvelaron que 900.000 de las 2,5 millones de personas que pidieron ayuda al FEMA pusieron en la solicitud números de la seguridad social duplicados o simplemente nombres falsos. También el FEMA contrató tres cruceros con la conocida empresa Carnival Cruise –que quedaron varias semanas semivacíos– por un importe de 236 millones de dólares.
Además, gran parte del dinero extranjero no se usó porque los políticos se dedicaron a filosofar sobre qué hacer con él o se perdió debido a retrasos burocráticos.
Pero si esto fuera poco, el Gobierno dilapidó 125.000 millones de dólares del pagador de impuestos que aún no se sabe muy bien donde han ido y la situación en Nueva Orleans no ha mejorado demasiado. Una parte de la ayuda extranjera que gestionó el Gobierno –25 millones de dólares– fue a parar directamente a la Bush-Clinton Katrina Fund, fundación de los dos últimos ex presidentes. Cuando hay dinero por medio, los políticos son capaces de hacer hasta fundaciones benéficas. La lista de incoherencias y abusos gubernamentales es larguísima.
Los gobiernos occidentales, con esta actitud de salvadores divinos, están lanzando un mensaje claro a la gente: ciudadano, no hagas nada porque tu Gobierno se ocupa de hacerlo por ti, sé sumiso y estúpido. Pongámonos a temblar. Los resultados siempre son los mismos: corrupción, millones de dólares o euros perdidos, otros tantos arrebatados al pagador de impuestos y mucho sufrimiento.
Ningún Gobierno es una ONG ni un club de altruistas. Las ONG no impiden a su "competencia" que ayuden a las víctimas, ni van casa por casa a recaudar una ayuda forzosa que no será usada con ese fin. El Estado no puede centralizarlo todo. Si cualquier Gobierno es incapaz de satisfacer sus funciones más básicas como mantener nuestra seguridad u ofrecer un servicio de justicia mínimamente decente, ¿por qué esperamos de él que haga cosas más difíciles como solucionar nuestros problemas económicos o salvarnos del cambio climático y de las grandes catástrofes?