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La Comisión Europea y la Hipocresía Deficitaria

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Recibir lecciones del club del despilfarro es lo último que nos faltaba.

«I’Am Worried and I Just Can’t Seem To Find My Way» Mick Jagger

Esta semana la Comisión Europea ha elevado las expectativas de crecimiento de España hasta el 2,9% en 2018 y el 2,4% en el 2019, tres décimas más que en las previsiones de febrero. También mejora la Comisión Europea sus expectativas de tasa de desempleo, que bajaría a niveles inferiores al 14% en 2019, con subidas de salarios de un 1,1% y 1,6% para 2018 y 2019 respectivamente.

De nuevo, como ha ocurrido en 2014, 2015, 2016 y 2017, la Comisión Europea tiene que mejorar sus estimaciones sobre España.

Merece la pena recordar lo mucho que los organismos internacionales se han equivocado con la recuperación española. La Organización Mundial del Trabajo se equivocó desde 2014 con la creación de empleo, cuando consideraba que España sería incapaz de crear empleo neto de manera continuada hasta 2020. La Comisión Europea ha tenido que revisar al alza las expectativas sobre España varias veces cada año desde 2013.

Es bueno que demos sorpresas positivas. España estuvo demasiado tiempo dando excusas tras decepcionar en crecimiento, empleo y déficit no en unas décimas, sino incumpliendo en un 30% y 40% en algunos casos nuestros propios objetivos.

Incumplir el déficit

Pero Bruselas está preocupada por la probabilidad de incumplir el déficit. Me parece legítimo. Pero ¿de verdad le preocupa el déficit? Pierre Moscovici, como buen vigilante de la estabilidad presupuestaria debería recordar también que los incentivos negativos que perciben los países europeos a la hora de equilibrar presupuesto vienen, desafortunadamente, de su país, Francia, y de sus políticas.

Francia ha incumplido los objetivos de déficit 11 años sin recibir multa alguna. Una economía que no ha tenido un presupuesto equilibrado desde 1974, y que lleva dos décadas en estancamiento, con desequilibrios presupuestarios anuales que no parecen reducirse de los 50.000 millones de euros. El año pasado, 2017, “cumplió” su objetivo tras una década por encima del 3%. Es como una broma. Algo así como un alumno que suspende siempre y, cuando saca un “cinco” raspado, da lecciones a los demás.

Por supuesto que los desequilibrios de las economías europeas son muy relevantes y ya podemos comprobar, en los últimos datos macroeconómicos, que la Unión Europea parece haber entrado en un proceso relevante de ralentización tras abandonar todo impulso reformista, para fiarlo todo a la política monetaria. Pero el problema presupuestario de la Unión europea va mucho más allá de España, que al menos crece por encima de la media y es el segundo país líder en creación de empleo fijo.

Moscovici al menos ha reconocido la impresionante reducción del déficit, que se reducirá a menos de un tercio de la cifra monstruosa de 2011, año en el que hundimos nuestra credibilidad registrando un déficit un 41% superior al anunciado en ¡noviembre! de ese mismo año. Pero su preocupación por las cuentas públicas en rueda de prensa no parece coherente con la inmensa flexibilidad con la que la Unión Europea y la Comisión tratan los graves desequilibrios de otros países.

Las sorpresas de la Comisión

Hay muchas cosas que sorprenden, cuando escucho hablar sobre estabilidad presupuestaria a los miembros de la Comisión:

Los países de la Unión Europea han reducido el déficit sobre todo por menores costes de la deuda, es decir, por la agresiva política del Banco Central Europeo.

Los países de la Unión Europea se han gastado todo el “ahorro” de más de un billón de euros en intereses de la deuda… aumentando gasto corriente. Es decir, una bomba de relojería que nos dará más de un susto cuando suban los tipos y cambie el ciclo económico.

La reducción del déficit en la inmensa mayoría de los países de la Unión viene además de mayores ingresos por aumentos de impuestos durante la mejora del ciclo, que lleva a crecimientos más pobres -como ya empezamos a ver- y a mayores caídas de ingresos cuando cambia el ciclo.

¿Por qué no se preocupa la Comisión de los enormes desequilibrios que se generan cuando la política presupuestaria del 80% de la Unión Europea se ha centrado en mantener a toda costa los excesos de gasto subiendo impuestos?

En definitiva, ¿de verdad le preocupa a la Comisión el déficit y la calidad del mismo? Porque si yo estuviese en la Comisión, lo que leo de los presupuestos es que al menos 25 países entrarán en un grave agujero presupuestario solo con que el crecimiento se ralentice y suban los tipos, ni siquiera con una recesión.

Si los países líderes de la Unión Europea no muestran su liderazgo desde el ejemplo, no es de extrañar que otros lleven a cabo los mismos incentivos perversos.

Gaste más, no hay problema

España ha centrado toda su acción de gobierno en mantener a toda costa el gasto público, las pensiones y los servicios y a la vez reducir el déficit y fomentar el crecimiento. La Comisión Europea jamás critica los excesos de gasto ni los desequilibrios cubiertos con mayores impuestos. No puede pedir a los demás lo que otros incumplen.

Para la Comisión Europea es muy fácil criticar a Alemania por tener superávit, a Irlanda por tener impuestos bajos y a España por crecer más. Hay algo francamente preocupante de una Comisión Europea que no ve ningún problema en Francia, Bélgica o Italia.

Da la impresión de que la Comisión Europea sería feliz si todos hicieran lo mismo, aunque sus economías se estancaran, una carrera a ver quién lo hace peor donde todos pierden.

Hay muchas cosas que criticar de los presupuestos y las cuentas españolas (lean “¿Austeridad? ¿Qué Austeridad? pero las preocupaciones de la Comisión suenan a veces un poco a hipocresía. Nunca critica el exceso de gastos, nunca ve las duplicidades ni las administraciones paralelas.

Si gastas mucho no pasa nada, sube impuestos. Oh, ha cumplido el déficit. Bravo. Crisis. A gastar más.

Lo más divertido de las advertencias de Moscovici sobre el riesgo de incumplir el déficit es que las hayan abrazado los mismos partidos y economistas que exigen gastar mucho más, y “relajar el déficit”. Relajar el déficit es endeudarse mucho más.

Hay muchas cosas que pueden mejorar en las cuentas españolas. Pero recibir lecciones del club del despilfarro es lo último que nos faltaba.

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