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La desigualdad de riqueza no ha aumentado en España desde hace 30 años

Publicado en El Confidencial

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La mayor parte de la riqueza en España sigue concentrándose en inmuebles.

Lo reconoce hasta Piketty. En su reciente ‘Informe sobre la desigualdad global 2018‘, los economistas Facundo Alvaredo, Lucas Chancel, Emmanuel Saez, Gabriel Zucman y Thomas Piketty, efectúan una radiografía sobre el estado de la desigualdad mundial tanto en materia de renta (¿cuánto ganamos?) como de riqueza (¿cuánto tenemos?). Y dentro de ese tan difundido informe, dedican un capítulo entero a estudiar el caso específico de la distribución de la riqueza en España.

A este respecto, es habitual escuchar que las desigualdades patrimoniales se están extremando en nuestro país: “Los ricos cada vez son más ricos y los pobres, más pobres”. En su momento, ya explicamos por qué esta consigna es radicalmente falaz: a día de hoy, España es uno de los países con menor desigualdad de riqueza de todo el planeta. Basta con acudir al último informe de Credit Suisse para comprobarlo: el índice Gini de riqueza de España se ubica entre los más bajos del mundo desarrollado, solo por detrás del de Japón (recordemos que cuanto más bajo es el índice Gini, menor desigualdad hay).

Ahora bien, podría suceder que nuestra situación actual sea notabilísimamente peor que la de varias décadas atrás: esto es, podría suceder que sigamos siendo uno de los países más igualitarios en materia de distribución social de la riqueza, pero que las diferencias se estén ensanchando a pasos agigantados. ¿Es eso lo que ha ocurrido? No: como Piketty y sus colegas certifican en el susodicho ‘Informe sobre la desigualdad global 2018’, el porcentaje de toda la riqueza (financiera y no financiera) que amasa el 1% más rico de la sociedad se ha mantenido estable en torno al 21-22% durante los últimos 30 años.

Los resultados no son en absoluto sorprendentes: la mayor parte de la riqueza en España (más del 50% del total) sigue concentrándose en inmuebles y la propiedad inmobiliaria está ampliamente distribuida entre la población española (el 84% de las familias posee una casa en propiedad). Por eso, la hinchazón y el ulterior pinchazo de la burbuja inmobiliaria no ha ocasionado drásticos cambios en la distribución de la riqueza: cuando la burbuja se inflaba, todos ganaban de manera (más o menos) proporcional; cuando la burbuja reventó, todos perdieron de manera (más o menos) proporcional.

El informe, por cierto, también resulta harto ilustrativo para poner de manifiesto otro factor del que ya hablamos en su momento: gran parte de las desigualdades de riqueza son, en realidad, desigualdades intergeneracionales de riqueza. Es decir, no se trata de que el ‘top’ 1% o el ‘top’ 10% de la población sean castas cerradas que acaparen permanentemente la mayor parte de la riqueza del país, condenando al restante 99% o 90% a recibir unas migajas de por vida. No: gran parte de la desigualdad de riqueza se explica por el mero hecho de que los jóvenes carecen de patrimonio (no han tenido tiempo a acumularlo) y los ancianos poseen un apreciable patrimonio (se han pasado toda la vida acumulándolo). Por tanto, los pobres-jóvenes de hoy serán los viejos-ricos de mañana: si tomáramos en cuenta esta movilidad intergeneracional de riqueza, la desigualdad sería muy inferior a la constatada en términos estáticos.

Así las cosas, la riqueza media por hogar va incrementándose con la edad (hasta los 65-70 años, momento en el que las familias comienzan a consumir parte de su patrimonio), tanto si tomamos las estadísticas en 2001, en 2007 o en 2013. Ahí tienen la principal fuente de desigualdad de riqueza en España: los de 65 son mucho más ricos que los de 20. Qué inesperado.

Por supuesto, todos aquellos refractarios a admitir que la desigualdad patrimonial no se está disparando en España tratarán de sacarse de la manga el famoso comodín de los paraísos fiscales: “Esto solo es así con respecto a la riqueza oficialmente declarada, pero no con respecto a la riqueza ocultada en paraísos fiscales”. Pues no. El informe también ha sido elaborado por Gabriel Zucman, el economista referencia entre la izquierda a la hora de estudiar el volumen de activos ocultos en estas jurisdicciones amigables para el contribuyente. Y, de hecho, todas las estimaciones anteriores de riqueza se han corregido para imputarles a los ricos el capital que mantienen en paraísos fiscales. Incluso considerando los paraísos fiscales, la desigualdad no aumenta.

En definitiva, España no solo es uno de los países más igualitarios en materia de distribución de la riqueza, sino que —en contra del muy populista y resentido discurso de la extrema izquierda— esa desigualdad no ha crecido en los últimos 30 años. Si además tenemos en cuenta que la desigualdad del gasto ha caído durante la crisis, quizá vaya siendo hora de que despertemos de la propaganda con la que políticos y medios de comunicación amarillistas han estado bombardeándonos durante el último lustro.

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