Recordemos que se trata de doctoras, de profesoras, de personas muy preparadas intelectualmente.
La presidenta del PSOE, doctora Cristina Narbona, recomendó las ideas de una economista: Anne Pettifor.
Resulta que la profesora Pettifor pidió «la condonación de la deuda pública de los países más pobres», cosa que, como todas las medidas bondadosas cuyos costes se difuminen, consiguió muchas adhesiones y de hecho se llevó a cabo. Ignoramos qué consecuencias tuvo, aparte de aliviar la vida de los gobernantes de los países pobres, que a menudo son la causa principal, cuando no la única, de su pobreza.
Impulsa el New Green Deal, que apoya «la transición ecológica de la economía, coherente con los límites biofísicos del planeta, desde una posición socialdemócrata reforzada». Los famosos límites del planeta vienen atemorizando a la gente desde Malthus, al menos, y no han sido encontrados aún. Y habrá que suponer que la «posición socialdemócrata reforzada» será mejor que la no reforzada, pero uno nunca se sabe.
La que sí sabe es la doctora Pettifor, que ha propuesto en su último libro «acabar con el poder de los bancos», lo que llena de entusiasmo a la doctora Narbona. La idea es atacar «la perversión de un sistema financiero que controla las decisiones políticas», una cosa asombrosa considerando que el sistema financiero está controlado por políticos y esos organismos públicos que ya mencionamos: los bancos centrales. Igual las doctoras Pettifor y Narbona quieren acabar con el poder de los bancos centrales, pero sospecho que no es así.
Sigue Pettifor, en la voz de Narbona, criticando las «políticas de austeridad» impulsadas por los organismos internacionales –que ahora se desdicen parcialmente de las mismas–, y «aplicadas con desvelo por las instituciones europeas, bajo el impulso rotundo de Alemania». No hubo reducciones apreciables del gasto público, aunque sí del privado, precisamente por las medidas que aplauden los socialistas, las subidas de impuestos. Ya he dicho que los organismos internacionales repiten lo que dicen los Estados, y jamás han sido liberales. Los que las aplicaron relativamente, como la malvada Alemania, han tenido resultados relativamente buenos.
Pero el despropósito de la presidenta del PSOE va a más. Lamenta que la
socialdemocracia no reaccionó adecuadamente ante estas políticas, a pesar de estar dictadas, como bien señala Pettifor, por una ideología que persigue la drástica reducción del Estado, unida al fundamentalismo del libre mercado, una ideología muy arraigada hoy en los ministerios de Hacienda de casi todos los gobiernos occidentales.
Hay varios desaciertos más, pero ninguno como este. O sea, que lo que nos ha pasado es una «drástica reducción del Estado», que no se ha producido en ningún país del mundo. Que nos ha arrasado el «fundamentalismo del libre mercado», que sólo existe en la imaginación de los economistas antiliberales. Y, no se lo pierda, resulta que el liberalismo a ultranza está arraigado en los ministerios de Hacienda: ¡los mismos que han subido los impuestos en prácticamente todo el planeta!
Recordemos que se trata de doctoras, de profesoras, de personas muy preparadas intelectualmente, y a la vez incapaces de ver lo que tienen delante de sus narices.
Y, por fin, saluda la doctora Narbona a la doctora Pettifor porque se remitió a Keynes y propuso la «eutanasia del rentista». Es decir, quieren ir a por sus ahorros, señora. Eso es lo que entienden por progreso o, vaya usted a saber, por «socialdemocracia reforzada».