Puede que muchos se sorprendan por esta medida, pero realmente estaba cantada desde hace tiempo y, de hecho, no es una de las mas graves que ha tomado Bernanke durante su mandato, aunque sí la más llamativa.
Aunque los analistas esperaban que, como mucho, la Fed recortara los tipos 50 puntos básicos hasta dejarlos en el 0,5%, finalmente ha preferido echar toda la carne en el asador. El motivo no ha sido otro que el temor a la "deflación" que desde hace unos meses se vive en el país y que siempre ha tenido Bernanke como principal preocupación: sin ir más lejos, hoy se ha conocido que el IPC cayó en noviembre al mayor ritmo desde 1932, después de que siguiera una tendencia similar el mes anterior.
Sin embargo, mucho me temo que ni el diagnóstico ni los remedios aplicados por la Fed son los correctos para la situación actual. De hecho, Estados Unidos está cometiendo, uno a uno, todos los errores en los que ha caído Japón durante los últimos 20 años. La solución de Bernanke y de muchos monetaristas es simplista: si los precios caen, vamos a inundar de dinero la economía hasta que el valor del dólar se desplome tanto que los haga volver subir.
Pero parece que estos economistas académicos nunca han adquirido los más básicos conceptos de contabilidad. El problema de los bancos estadounidenses no es que el acceso al crédito esté caro (lo que sí podría resolverse parcialmente bajando tipos), sino que están quebrados (esto es, que el valor de sus activos ha caído por debajo del de sus deudas), como sí ha sabido ver muy bien el gurú financiero Jim Rogers. Una empresa quebrada –también un banco– es una empresa muerta, ya que nunca será capaz de generar los ingresos suficientes como para repagar sus deudas, ni aunque se le refinancie la deuda a excelentes condiciones ni aunque deje de amortizar el activo.
Si los precios están disminuyendo en la economía estadounidense es simplemente porque todos los inversores están vendiendo masivamente sus activos para repagar parte de su deuda excesiva. La vivienda, la bolsa, las materias primas y cualquier otro activo (salvo el oro) en el que los inversores se apalancaran durante los últimos años están cayendo de precio y, como no podía ser de otro modo, los de los bienes de consumo también terminan desinflándose. En todo proceso de desapalancamiento y contracción crediticia, el valor de los activos se hunde y, en consecuencia, el de la moneda sube. Pero ¿acaso colocar los tipos de interés al 0% logra detener la venta masiva de activos para amortizar deuda? De nuevo, el problema, como ya se vio en Japón, no es sólo de liquidez, sino sobre todo de solvencia.
La Reserva Federal, con esta decisión, sólo se compromete a tratar de refinanciar sin intereses la deuda de unos bancos zombificados. Pero que nadie espere que esta bajada de tipos se vaya a plasmar en un aumento de los créditos a la economía productiva ni en una reactivación del crecimiento o de la creación de empleo. Cuando los bancos todavía no han dado de baja sus malos créditos so pena de quebrar, es absurdo esperar que vuelvan a prestar unos recursos que, en realidad, no tienen.
Por tanto, colocar los tipos del 0% no tendrá ningún efecto real, es una mera operación de maquillaje para no hacer lo que de todas formas ya no se pretendía hacer: reconocer que los bancos y la mayor parte del sistema financiero estadounidense están quebrados.
El problema no es este placebo, sino qué escenario se nos abre por delante. Bernanke ya ha perdido todo su margen de maniobra para bajar tipos, así que es de esperar que en los próximos meses, cuando la deflación no haya remitido y la economía siga estancada, dé un paso al frente y adopte medidas realmente radicales; por ejemplo, adquirir todos los activos de los bancos a precios absurdamente inflados contra dinero de nueva impresión.
En lugar de liquidar las malas inversiones de los bancos, las empresas y las familias, permitiendo que la estructura productiva se reestructure, la Reserva Federal y el Gobierno de Estados Unidos parecen empeñados en conservar una economía muerta y paralizada, donde los errores pasados se perpetúan y donde el sacrificio de la moneda se converte en la tabla de salvación de los insolventes. Desde luego, como también señala Jim Rogers, Bernanke y Paulson están abocando al colapso a la que, durante décadas, fue la economía más pujante del mundo.