Ahora, como entonces, los bancos centrales actúan de forma coordinada para crear inflación. Ahora, también como en aquellos años, no se han visto los efectos inflacionarios por la coincidencia con una gran explosión de productividad; hoy por la incorporación al capitalismo de Asia, entonces por el nacimiento de nuevos sectores muy importantes. Finalmente, hogaño como antaño, los políticos cometen el error de permitir que una crisis se convierta en una depresión de dimensiones desconocidas por emponzoñar la recuperación, impuesta por el mercado, con sus intervenciones.
Ese sumidero económico fue el resultado de otro sumidero, éste ideológico, por el que se hundió el liberalismo hasta prácticamente desaparecer. Así pudo convivir la Gran Depresión con otros grandes triunfos de las ideologías antiliberales: el comunismo, el nacionalsocialismo, la democracia totalitaria, irrestricta ante las ansias de las masas… Las medidas de "rescate" de las empresas fallidas, la inflación desbocada, la llamada de los políticos a cavar la poca tierra firme que nos queda para anegarla en deuda, todo ello es síntoma de desconfianza hacia la sociedad libre.
Esa falta de fe en la libertad podría arrastrarnos a otro ismos, acaso no tan brutales como el de la Alemania de los 30, pero igualmente destructivos. El ecologismo, revestido de amor a la naturaleza y ciencia, es la manifestación de una atávica llamada contra la sociedad y sus conquistas. El milenarismo climático es el eco de otros, que llenaron de espanto a muchos crédulos. La atracción de la izquierda por lo peor medievo, encarnado en el Islam, tiene aún mucho camino por recorrer, aunque sea amojonado con brutales atentados terroristas. El propio comunismo, bajo nuevas formas, podría revivir en la Rusia ex ex soviética, con aliados viejos y nuevos.
Pero el mundo de hoy no es el de entreguerras. Es más amplio y comprende a una Asia desconocida para la historia. Es un mundo más diverso y con mayores hogares potenciales para la libertad, con una competencia institucional mucho más viva que la del arranque del XX. La historia nos da lecciones, pero no nos las impone.