No hay ningún mal en usar cualquiera de los dos métodos –por algo tenemos libertad de expresión–; al final se nos juzgará por aquello que decimos. Pero lo inaceptable es usar un razonamiento externo (insulto) haciéndolo pasar por un razonamiento interno (conclusión lógica) para después usarlo para someter, marginar o robar a un grupo y favorecer a otro.
Esta forma de proceder es la que caracteriza la acción política y, muy especialmente, la labor izquierdista; casi todo se aglutina en tópicos infundados que luego se usan para imponer y marginar.
Por ejemplo, si usted aboga por el libre mercado le llamarán fascista. Curiosamente la economía del fascismo era lo opuesto al libre mercado. Si estudia los movimientos nacionalsocialista, franquista, peronista y el fascista original de Mussolini verá que tienen muchísimos puntos en común con las leyes antimercado y antisociales de hoy día; no en vano la política económica de Hitler fue elogiada por los clásicos ídolos de la izquierda como Keynes y Galbraith. El mismo Hitler, en un discurso oficial pronunciado en 1941, dijo que "fundamentalmente nacionalsocialismo y marxismo son la misma cosa". ¿Le parece una afirmación liberal?
Otro ejemplo. Si usted dice que la discriminación positiva aplicable a los inmigrantes es irresponsable y potencialmente dañina para la economía, el izquierdista le dirá sin pensárselo que usted es un racista cuando, en realidad, no hay nada más racista que la propia discriminación positiva, basada en la preselección por ley de personas de una raza y no en los méritos propios. La conclusión del progre ha sido falsa y la usará para hacer una imposición, las leyes de discriminación positiva. Ejemplos como estos los hay a cientos en una sociedad que, como la nuestra, idolatra lo políticamente correcto y criminaliza la diversidad de pensamiento, la libertad y la paz social.
Una de las campeonas del pensamiento único es María Teresa Fernández de la Vega. Manipula los razonamientos externos haciendo pasar por lógico lo que es ilógico, para luego hacer apología de la coacción. Concretamente, a la ministra le gusta tachar a todos aquellos que la critican de sexistas. Llamó machista a Zaplana por afirmar que se disfrazaba y ahora la ministra llama a Libertad Digital sexista por decir que cambia de vestidos muy a menudo. De la Vega suspende en autocrítica y conocimientos sociales. El esnobismo no entiende de sexos, edades ni culturas. No se puede deducir que quien llama "pija" o esnob a una mujer sea sexista, y menos aún cuando ni siquiera lo ha hecho. Tampoco por ser mujer y de izquierdas se está exento de ser una esnob. Además, que alguien sea diferente a ella no significa que se le haya de criminalizar ni que se justifiquen así leyes que eliminen la competencia moral e impongan el pensamiento único.
Pero la ministra fue más lejos, y aquí está el auténtico problema. Dijo que este machismo, que identifica falsamente mediante un proceso surrealista, ha de ser corregido por el estado. Falsas premisas, falsa conclusión y, como resultado, represión. Las alucinaciones de nuestra ministra no son una excepción dentro del gobierno. El gobierno es la fuerza, y la política es el proceso para decidir contra quién se usa. Este es el peor sistema para la resolución de problemas. Ningún partido que tenga en su agenda el adoctrinamiento, y en este sentido el PSOE es un campeón, va a favorecer la libertad y la paz social. Decididamente, no es beneficioso para nadie que esta clase de gente tenga tanto poder sobre nuestras vidas.