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La república alucinada

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Es una fábula la historia que se inocula en las aulas en Cataluña.

Las últimas horas de España, hoy suspendida sobre el filo de la historia, han transcurrido en plena alucinación colectiva. Todo son fantasías. Lo que acaece es la consecuencia lógica de unos presupuestos fabulosos. Es la concreción de la estupefacción compartida. Es la irrealidad como motor de la acción. Es la irrealidad como motor de la acción. Es el engaño convertido en ortodoxia.

Este viernes, el Parlamento catalán ha proclamado “la república catalana como Estado independiente y soberano, de derecho, democrático, y social”. Es social una república hecha por media sociedad contra la otra media. Es democrática una república elegida por unos grupos políticos que no suman ni la mitad del voto popular, y votada de forma vergonzante, y en secreto. Es democrática una república que aprueba una ley de transitoriedad que viola todas las normas del debate parlamentario y silencia a la oposición. Es democrática una república que otorga carácter fundacional a un referéndum sin ninguna garantía, lleno de irregularidades, y en el que participó poco más de un tercio del censo.

Es un Estado de derecho la república nacida del secuestro de las instituciones comunes a toda España. Es un Estado de derecho el resultado de haberse saltado todas las leyes, antes y después de no reconocerlas.

La única concesión a la realidad es cuando declaran al Estado catalán como soberano, en un reconocimiento explícito del carácter totalitario de sus intenciones. En cualquier democracia el soberano es el pueblo, y no el Estado.

Junts pel síla CUP y En Comú Podem han participado en una votación ilegal, vergonzante y cobarde. En el debate, la diputada de ERCMarta Rovira le ha dicho a la líder de la oposición en el Parlamento: “Señora Arrimadas: diga a la Policía de paisano que deje de perseguirnos”. Rovira, que apoya a un gobierno que convierte en sospechosos a la mitad de los catalanes, dice que es ella la perseguida por la Policía, y que quien manda sobre ella es la líder de Ciudadanos. Estupefaciente.

En el mismo debate, Carles Riera de la CUP ha dicho: “Ha llegado la hora del pueblo. Nos autodeterminamos ante el Estado y ante las oligarquías catalanas”. Y se refiere a este proceso, creado por una élite que respira corrupción, y que tiene por mayor logro haber creado una red de dos millones de escudos humanos frente a la ley. Alucinante.

Es una fábula la historia que se inocula en las aulas en Cataluña. Es una alucinación la representación de la vida en Cataluña que vuelcan los medios públicos y subvencionados. Es mentira, empecemos por ahí, que haya una nación catalana. Es falso que haya una oposición histórica con el resto de España. No es verdad que la Unión Europea fuera a recibir a Cataluña como a una hija tras un largo secuestro español. La riqueza no acudirá en riadas sobre una Cataluña liberada del yugo español. No. Es falso todo.

Pero ahora todas las fabulaciones, todas las mentiras, todas las alucinaciones, han saltado por los aires. Todos los perfiles se giran, y el brutal magnetismo del espectáculo de una España rota nos obliga a todos a mirarla, a contemplar su herida desnudez. Hasta el Partido Socialista, que la ha traicionado a cada paso, ha salido públicamente en su defensa. Es la hora en la que se ha puesto al pueblo español y a sus instituciones al borde del precipicio. Es la hora del restablecimiento del Derecho. Es la hora de la realidad. Es la hora de España.

En la declaración de secesión se dice que estamos ante el final del régimen de 1978. Y quizás, sólo quizás, sólo estemos ante el final de lo peor del régimen de 1978, que hemos visto representado en esta república alucinada.

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