¿Qué cosa se pretendía que dijera doña Irene? Ella no hace más que oír, como todo el mundo, críticas contra el capitalismo, en todos los medios de comunicación, todo el tiempo, por parte de todo el mundo.
Hace un tiempo, la joven actriz Irene Escolar provocó demasiado revuelo al declarar: «El capitalismo siempre me hace llorar». Fue criticada injustamente, cuando tenía más razón que una santa. Claro está que llora por el capitalismo. ¿Por qué iba a llorar, acaso? ¿Por el socialismo?
Peor aún, fue acusada de atacar el capitalismo mientras luce vestidos de Dior de 4.000 euros. Pues claro, como tantos y tantos biempensantes que son anticapitalistas y ricos… gracias al capitalismo, claro. En el comunismo es complicado enriquecerse, fuera del Partido Comunista. Incluso hay biempensantes anticapitalistas que disfrutan del capitalismo y que son doctores en Economía, como Yanis Varoufakis. Otros economistas renombrados, con premio Nobel y todo, como Krugman y Stiglitz, desbarran hablando contra el «fundamentalismo del mercado», como si el intervencionismo socializante del Estado hubiese desaparecido.
Repito: ¿qué cosa se pretendía que dijera doña Irene? Ella no hace más que oír, como todo el mundo, críticas contra el capitalismo, en todos los medios de comunicación, todo el tiempo, por parte de todo el mundo, desde los comunistas hasta el Papa. Ella, exactamente igual que los demás, sólo ve que hay cosas malas y que el capitalismo es culpable de ellas. Es una persona sensible y ante males evidentes, derivados del capitalismo, llora, y está muy bien que lo haga.
Ahora podríamos preguntarnos por qué no llora por el socialismo, las decenas de millones de trabajadores víctimas de ese sistema, por qué no llora por los pobres que generalizó el comunismo en el mundo, por las masas que murieron de hambre por culpa de las políticas anticapitalistas, por qué no llora por la muchedumbre de asesinados, encarcelados, perseguidos, torturados, exiliados y reprimidos de mil maneras diferentes por los regímenes socialistas en varios continentes desde hace cien años.
Si nos preguntamos eso, igual obtendremos una respuesta desasosegante, y es que doña Irene Escolar es inocente del todo. Nadie le habló de eso, nunca vio películas ni documentales sobre los campos de concentración comunistas, ni sobre la pobreza y el hambre que produce el anticapitalismo, y no escuchó ni leyó a nadie que le diera una versión diferente de la mayoritaria. Igual, mire usted por dónde, los que podríamos haberle dado esa versión diferente no somos tan inocentes…