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Las prohibiciones de Chávez

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El chavista Consejo Nacional Electoral ha prohibido que dichas cuñas, en las que los partidarios del "No" advierten de que el futuro de su país será terminar como Cuba, sean emitidas por televisión. Tan sólo una cadena ha conseguido violar dicha restricción.

La prohibida, por opositora al jefe del Estado, Radio Caracas Televisión puede transmitirlos debido a que emite a través de cable desde Miami. De esta manera, al no estar sometida a las represoras leyes venezolanas (por mucho que el Gobierno pretenda que sí lo está), logra llegar a algunos hogares del sufrido país suramericano sin someterse a las asfixiantes regulaciones de Chávez. Aparte de los subscritores de este canal, hay otros venezolanos que sí pueden ver estos anuncios: aquellos que disponen de conexión a internet. La red se ha convertido así en uno de los pocos vehículos disponibles para que la oposición pueda llegar a la población sin demasiados problemas. Al menos por el momento, puesto los "bolivarianos" pretenden terminar también con esta vía de libertad.

El veto a la emisión de estas cuñas propagandísticas es coherente con la forma que tiene Chávez de gobernar y de afrontar el referéndum de la reforma. También ha prohibido que viaje a Venezuela un gigante de la lucha por la libertad y destacado disidente en la época en la que media Europa vivía sometida al comunismo. A pesar de referirse a él como alguien "irrelevante" e "ídolo con pies de barro", el mandatario venezolano ha ordenado que no se permita entrar en el país al ex presidente de Polonia y premio Nobel de la Paz, Lech Walesa. Y no es este el único caso de abuso de poder por parte del peculiar presidente y de los suyos. En el terreno de los medios de comunicación, hace apenas un mes se aprobó una norma por la cual tan sólo la televisión pública está autorizada a acceder a las sesiones de la Asamblea Nacional (el Parlamento).

En una situación así, internet se transforma, mientras se lo permitan, en una baza fundamental para que se expresen quienes no están con el poder o aquellos que, al margen de esto, quieran leer, ver o escuchar lo que el Gobierno no quiere que llegue a los ciudadanos. Por esa misma razón, sistemas políticos como el chino filtran contenidos y encarcelan ciberdisidentes; o el cubano prohíbe a la mayor parte del pueblo acceder a la red. Mientras en Venezuela no se alcance tal grado de control de la web, al menos les quedará un resquicio –aunque pequeño– de libertad y esperanza.

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