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Las tiranías del petróleo

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Explicaba, además, cómo cada subida del precio del petróleo ha convertido a un simple demagogo en una fuerza destructora en el continente, y cómo a cada caída le ha seguido el recurso a la inflación y la expropiación para financiar sus crecientes gastos. Si el barril se mantiene por debajo de 40 dólares durante más de año y medio, seguía, Chávez lo tendría difícil para mantenerse en el poder.

En Washington han debido de hacer el mismo análisis, pero no tienen la paciencia de esperar a ver la evolución del crudo. Hace poco más de un año Bush ya hablaba acabar con la "adicción al petróleo" y ahora, en su visita a Iberoamérica, ha acordado con Lula desarrollar conjuntamente los biocombustibles como alternativa.

A corto plazo quizá sean convenientes este tipo de medidas, aunque yo tengo mis reservas. Pero a largo plazo no serán necesarias. Con el petróleo ocurre como con la mayoría de los bienes: a medida que corre el tiempo, su presencia en la economía es menor. Para que se hagan una idea, el peso de las materias primas en la economía estadounidense, de las que el petróleo es una parte, ha pasado del 50% en 1890 al 13% en 1957 y al 3,7% en 1988. Los países productores de petróleo tendrán cada vez menos peso en la economía mundial, si no dan el paso de transformarse en complejas economías capitalistas.

Para los dictadores vivir de una materia prima tiene una ventaja: no necesitan a su propio pueblo para alimentar las arcas del Estado, mientras que si se nutre de los impuestos tiene que tenerle en cuenta. Las tiranías del petróleo todavía tienen mecha, pero su era pasará a la historia.

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