Uno de estos señores ha decidido, de camino al Consejo de Ministros, según parece, y posiblemente mosqueado tras ser su coche oficial adelantado por el de uno de sus gobernados, que ya no podemos ir a más de 110 Km. por hora en nuestras autopistas. Mejor dicho, sí podemos, pero corremos el riesgo de que nos sancionen por ello.
A la vista de tan impactante límite de velocidad, ha pasado desapercibido otro límite de velocidad que nos acaba de imponer el mismo gobierno. Y es que el Congreso de los Diputados ha cerrado por fin el trámite de la Ley de Economía Sostenible, incluyendo en ella el límite de velocidad de 1 Mbps para las conexiones de banda ancha. En este caso, el límite no es máximo, sino mínimo. El mismo ciudadano español que no puede correr a más de 110 Km por la piel de toro ha de poder descargarse contenidos al menos a 1 Mbit por segundo.
Digo yo que, lo mismo que la limitación de los 110 es por nuestro bien, para que no corramos riesgos y ahorremos combustible, podían ejercer un papel similar con la velocidad de banda ancha. Cuanta más capacidad tengamos disponible, mayor será el riesgo de que nos descarguemos películas y canciones de forma "ilegal", o de que nuestros jóvenes e infantes accedan a contenidos indebidos, o de que nos metamos en otros vericuetos que a nuestros políticos no les parezcan bien. Además, como todo ingeniero sabe, los módems consumen tanto más cuanto mayor es la velocidad a que sincronizan. Así que también aquí hay un potencial de ahorro energético no desdeñable.
Se observa una clara asimetría en el tratamiento. Tanto por la carretera como en internet, lo que querríamos es no tener límites, ir a la velocidad que nos pareciera en cada momento. Por ello, el límite de 1 Mbps no nos lo parece, al contrario, nos parece estupendo que tengamos "derecho" a un mínimo de velocidad.
¿Por qué no hace el Gobierno lo mismo con las carreteras que predica para internet? ¿Por qué no nos da el Gobierno una velocidad mínima a la que tengamos "derecho" en cada vía y, en cambio, lo que tenemos son desesperantes atascos y límites máximos de velocidad?
La solución, muy fácil: la velocidad mínima que se fija para internet la habrán de pagar de su bolsillo los operadores de telecomunicaciones; es una medida sin coste económico para el político. Está regalando algo que no es suyo, mejor dicho, algo que no va a pasar por sus manos.
En cambio, conseguir carreteras de calidades mínimas es algo que habría de pagar de su bolsillo el Estado (es un decir), y aquí al político sí le duelen prendas, pues tiene otras muchas ocurrencias para el dinero público, ese dinero que algunos consideran de nadie. Sin olvidar que sin los queridos límites máximos no habría posibilidad de sanciones y mayores ingresos.
En fin, que los límites de velocidad, según quien pague.