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Los pavorosos

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No vivimos un mundo tan bucólico y tan pobre, pero sí hay ciertas cosas que se repiten. Las improvisadas botellas de cava el "día de la salud", las inundaciones que acompañan al despido del verano, las campanadas… Los incendios, también.

Los bosques se incendian y ello no es en sí malo, en el sentido de que son parte de la propia naturaleza. Hubo un momento en que los responsables de Yellowstone observaban que su bosque se moría. Y no sabían porqué. Descubrieron que eran extremadamente eficaces en el control de los incendios. Demasiado, de hecho, porque el propio bosque se regenera con los incendios naturales, cuando no son excesivamente voraces.

Recuerdo también que se produjo cierto rumor malintencionado contra George W. Bush, especialmente entre quienes un día son más malvados que ignorantes y al otro más lo otro que lo uno, por el simple hecho de que él recordó que los bosques hay que cuidarlos. Que es necesario desbrozar, limpiar los bosques. Pero para limpiar los bosques hay que tener interés en hacerlo. Para cuidarlos, para vigilarlos, hay que tener interés en hacerlo.

Por eso es una buena idea privatizar los bosques. Porque la propiedad es el eslabón entre la tierra y el hombre, es lo que le ata a ella y le concede amor por sus frutos, interés por su devenir. Lo que es del común es del ningún, y ya sabemos lo que ocurre con ello.

No conozco ningún informe que aprecie la relación entre la propiedad o no sobre los bosques y los incendios. Pero todo indica que los que son de algún tienen mejor salud.

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