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Marx fue precursor del antisemitismo nazi

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Marx atribuye a los judíos un poder desmedido.

El siglo XIX es una etapa de transición en el sentimiento judeofóbico. Es la época en la que el antijudaísmo de corte religioso comienza a dejar paso al antisemitismo político y supuestamente racial que llegó a su culmen con el Holocausto. Aunque Los protocolos de los sabios de Sión -un libelo antisemita publicado por la policía secreta zarista en 1902- está considerada la obra antisemita por excelencia, existen textos previos que adelantan algunos de los mitos allí contendidos. Uno de ellos es Sobre la cuestión judía, un ensayo escrito por Karl Marx en 1843 y publicado por primera vez al año siguiente, en respuesta a un artículo del también filósofo hegeliano Bruno Bauer.

En Sobre la cuestión judía, Marx comienza a apuntalar el edificio teórico de su pensamiento sobre el capitalismo y la supuesta “emancipación humana” de éste. Sin embargo, este ensayo no es tan conocido por el gran público como los posteriores El capital o El manifiesto comunista (escrito junto con Engels). No es casualidad.

Un ensayo oculto

Ocultar la existencia de este ensayo ha sido una tendencia general entre los marxistas que lo conocen, sobre todo a partir de la Segunda Guerra Mundial y el descubrimiento de lo que supuso el Holocausto. El motivo no es otro que resulta imposible negar que en esta obra se afianzan muchos de los prejuicios antisemitas que después reflejarían Los protocolos de los sabios de Sión y que servirían en buena medida de base a la ideología nazi.

A pesar de que se haya repetido hasta la saciedad, Marx no era judío, si bien tenía raíces familiares hebreas. Hijo de un converso al cristianismo luterano, él nació como cristiano, fue bautizado y recibió la confirmación. Sin embargo, no se puede negar que fuera portador del sentimiento conocido como “auto-odio judío”. Buen reflejo de eso es el contenido del ensayo en el que responde a Bauer, tan antisemita como él.

Sobre la cuestión judía es una obra que se centra en el poder que, según Marx, tienen los judíos. Según la teoría contenida en esta obra, y que coincide con la de otros judeófobos, los hebreos dominan a los cristianos a través del dinero. Que los judíos sufrieran toda suerte de discriminaciones legales en aquella época no impide que el autor de El capital les atribuya un poder desmedido. Así, afirma: “Un judío que tal vez carece de derechos en el más pequeño de los estados alemanes, decide la suerte de Europa”.

Supuesto poder económico de los judíos

Para el autor alemán: “La contradicción existente entre el poder político práctico del judío y sus derechos políticos, es la contradicción entre la política y el poder del dinero, en general. Mientras que la primera predomina idealmente sobre la segunda, en la práctica se convierte en sierva suya”.

Marx atribuye a los judíos el haber convertido el dinero “en una potencia universal”. Como todos los antisemitas de cualquier época, lanza sobre el pueblo de Israel la falaz acusación de ser un cuerpo extraño en el seno de las naciones y “contaminar” al resto de la humanidad. Afirma que el fundamento de la religión judía es “la necesidad práctica, el egoísmo” y que estos mismos suponen “el principio de la sociedad burguesa”. De esta manera, según el autor de El capital, los hebreos han convertido al dinero en un “Dios universal”. Por todo ello, concluye, la humanidad necesita emanciparse del judaísmo y éste ha de desaparecer.

A pesar de que Sobre la cuestión judía no es una obra demasiado conocida, sí ha tenido una influencia real en regímenes de inspiración marxista. Con la brutal excepción del nazismo y algunos de sus aliados (como la Francia de Pétain y Laval o los gobiernos títeres ustacha de Croacia o “cruzflechado” en Hungría), la URSS fue el más antisemita de los sistemas políticos del siglo XX. Tampoco en la Venezuela chavista han faltado expresiones de odio contra los judíos desde el poder.

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