Decir siempre lo mismo es propio de tontos y locos, pero en su caso, que nada tiene ni de lo uno ni de lo otro, es un sufrido ejercicio de responsabilidad política, al menos tal como Rajoy la entiende.
El diario El Mundo revela que la crisis comienza a hacer mella en el apoyo de los españoles al Gobierno. Parece ser que al menos una parte de quienes votaron a Zapatero se empiezan a plantear si aquello de la memoria histórica, o crear una España a retazos estatutarios, o celebrar sesiones de odio con Rajoy y el PP en el papel de Goldstein, a lo mejor no es tan importante. Al menos, teniendo en cuenta que los precios de la cesta de la compra suben más del 7 por ciento, que pagar una hipoteca es como jugar a ahorcado, que el número de parados crece de forma alarmante y que todo lo que propone el Gobierno es que va a coger el dinero de cada uno de nosotros para repartirlo entre los bancos (por cierto, los votantes ¿socialistas? tragando este sapo porque se lo dice el jefe; se ve que son gente disciplinada y de orden).
Y hay quien votó a Zapatero hace menos de un año, pero preguntado en una encuesta dice ahora que no lo haría. ¿Tenía razón Rajoy frente a quienes le hemos criticado? ¿Le llevará ese discurso monótono de la economía al Gobierno? No soy un experto, pero creo que la crisis durará más allá de 2010, en contra de lo que muchos dicen, y puede que suenen los últimos estertores de la crisis en plenas elecciones. Pero para el 12, acaso en plena recuperación, la crisis no tendrá la importancia de ahora. Y entonces la cuestión no será qué responden un puñado de españoles a un encuestador, sino por quién entregan su papeleta electoral.
La gente se puede permitir negarle el voto al PSOE en las elecciones europeas, porque las ve (no sin razones) como unas elecciones sin coste, es decir, sin relevancia. Pero lo mismo puede hacer con el PP, y un resultado notable de UPyD puede dar la impresión de que hay una alternativa a la alternativa. Y Rosa Díez no le teme al debate ideológico, quizás porque no tiene miedo de que le acusen de ser la "derechona". Muchos votantes del PP, y no pocos del PSOE, la van a preferir a ella.
La derecha descreída y garbancil no tiene futuro. No heredará el poder ni de forma tutelada, que es lo más a que podría aspirar el actual PP. Por ese motivo, Mariano Rajoy tiene que ceder su liderato y convocar un nuevo Congreso en 2010.