Socialista como él es, considera que semejante cambio sólo puede producirse a base de más Estado, más subvenciones, más intervencionismo. Y como si no hubieran tenido ya bastante, va a empezar a imponerlo por decreto en Andalucía, la de las cifras astronómicas de paro y corrupción, la región en que la mayor empresa y agencia de colocación es "la PSOE".
Es fácil averiguar en qué se traducen en el mundo real estas pretensiones zapateriles. Porque no es que no se haya intentado antes. Contaba Alberto Illán en el Instituto Juan de Mariana la penosa e ilustrativa historia del fabricante de móviles Vitelcom. Nacido en 2001, instalado en el Parque Tecnológico de Andalucía, forrado con subvenciones, parece un prototipo ideal de ese nuevo "modelo productivo" por el que aboga Zapatero. A ustedes, seguramente, no les sonará de nada la empresa. Eso es porque se dedicó casi en exclusiva a diseñar móviles para la marca blanca de Movistar y, claro, no hay quien consiga que la gente recuerde tu nombre cuando nunca se lo has dicho. Curiosamente, mi primer móvil fue uno de ellos: el fabuloso TSM30, y sólo supe de la existencia de Vitelcom cuando me dio problemas y busqué una solución en los foros de internet, donde todo se sabe.
Finalmente, Telefónica cambió de estrategia y, como mala empresa que vive de la subvención y no del mercado, Vitelcom se hundió porque no se había preocupado de encontrar más clientes. El dinero del contribuyente acabó en la papelera y los trabajadores se dedicaron a exigir que los recolocaran en otra parte. La PSOE, parece ser, cumplió. Una gran agencia de recolocación, la PSOE.
Esta es la historia de lo que sucede cuando se pretende crear empresas de alta tecnología por decreto. La anciana IBM, Microsoft, Google, HP, Nokia, Acer, Asus… son todas ellas empresas que conocemos y que han llegado a ser grandes, referentes dentro del mundo tecnológico en el que nos movemos. También tienen en común que no fueron creadas por decreto. Ni siquiera llegaron a funcionar jamás los planes quinquenales, que al fin y al cabo eran más modestos y sólo pretendían producir bienes y servicios básicos y conocidos de antemano. Imaginen si encima se pretende que políticos, burócratas y liberados sindicales decidan qué proyectos son innovadores y cuáles no. No sólo no lo lograrán, sino que es más que probable que haya quien decida en función de súbitos aumentos de su cuenta bancaria.
Zapatero no puede cambiar el modelo productivo. Lo pueden hacer emprendedores como los que fundaron Blusens. El Gobierno tan sólo puede dar facilidades para que surjan y tengan éxito este tipo de iniciativas, bajando impuestos, reduciendo regulaciones y eliminando trámites. Y, sí, reformando el mercado de trabajo, que es uno de los mayores obstáculos con los que se tiene que enfrentar un empresario, especialmente cuando es pequeño y no sabe si arriesgarse a crecer o no, porque los costes de equivocarse son inmensos. Pero eso es justo lo que no hará el presidente del Gobierno. Así que nos tendremos que conformar con menos ladrillo y menos ordenadores.