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Microsoft, Franziskaner y Mariah Carey

Publicado en Libertad Digital

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Al parecer, la tremenda angustia que sufren los burócratas de Bruselas –que ni los ansiolíticos parecen capaces de frenar– tiene su base en que "fabricantes de ordenadores y consumidores no elegirán realmente su software".

Es como decir que el pack en el que Franziskaner vende su cerveza con un vaso a juego no me permite elegir realmente cualquier otro recipiente en el que arrojar ese líquido delicioso antes de trasegármelo como merece. Windows Vista, como sus antecesores, incluirá diversas aplicaciones para las que existen numerosas alternativas, sin que impida que éstas puedan instalarse. Firefox, RealPlayer, Google Desktop o Winamp seguramente seguirán en los discos duros de los futuros usuarios de Windows Vista, si es que Microsoft logra terminar su nuevo sistema operativo algún día.

No está claro qué es lo que molesta a la Comisión de Windows Vista. Según algunos, la posibilidad de buscar en Internet desde Internet Explorer 7 en una caja dispuesta a tal efecto (y equivalente a la de Firefox incluso en el lugar donde está ubicada) impediría la competencia entre buscadores. Para otros, el problema estaría en la inclusión de Windows Defender, un sistema para evitar el spyware, ese incordio que envía información confidencial, nos cambia la página de inicio y hace saltar innumerables ventanas llenas de tetas y culos –en sus versiones más suaves–, con la desfachatez añadida de no estar traducidas al catalán, la nueva lengua del imperio de la pornografia subvencionada.

Pretender que incluir estas cosas limita la capacidad de elegir de los consumidores es bastante ridículo; yo seguiré empleando previsiblemente Firefox y Google, aunque también Windows Defender, por la simple razón de que me parecen mejores que sus competidores. Pero es que nada irrita más a un burócrata que el que empresas y particulares decidan elegir por sí mismos, ignorando sus sabios consejos. Ejemplos aún más ridículos los hay a montones. Las autoridades antimonopolio estadounidenses, por ejemplo, quieren obligar a Mariah Carey a incluir en sus discos una canción de un artista local de cada distrito en el que los venda. Parece ser que "el dominio de Carey en su mercado –mujeres de entre 12 y 32 años– presenta una barrera casi imposible de superar por cualquier aspirante en ese relevante mercado". De acuerdo, es una broma. Pero no dejaría de ser una aplicación estricta de la doctrina.

No me extrañaría que la elección de tarros de cristal para envasar Nocilla, que al menos en mi casa se han convertido en vasos de uso diario, sería considerada seguramente por la Unión Europea como una inadmisible competencia desleal. Son así de raros.

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