Una reunión a puerta cerrada de los "líderes europeos". A la salida, sale por todos los medios que trabajan al momento la última victoria de la democracia europea, el penúltimo ladrillo en la "construcción de Europa". Como titula Der Spiegel, "‘Quién’ como presidente, ‘no lo sé’ como ministra de exteriores".
Herman van Rompuy nos representa a todos los europeos. ¡Y sin que hayamos tenido que hacer nada! Es el mayor ejemplo de efectividad política de lo que llevamos del siglo XXI. A los europeos no nos han tenido que molestar con campañas, mensajes contradictorios, debates, jornada de reflexión y voto en las urnas. Ellos, los "líderes europeos", lo han hecho todo por nosotros. ¡Por eso son líderes! Y europeos, sobre todo europeos.
Porque Europa, la Europa "construida" es eso: un complejo entramado de burócratas y políticos, más alejados de cualquier idea de democracia cuanto más deciden sobre nuestra vida.
Eso puede parecer difícil de sostener, pero Europa posee el secreto de un buen ejercicio de poder, y es que se ha adueñado de un discurso buenista. Resulta que Europa, por sí y ante sí, e independientemente de lo que haga, es depositaria y fuente inmaculada de ética política. Con qué desprecio podemos mirar a los Estados Unidos, que eligen hasta los fiscales. Y de qué modo aplicamos la cursilería totalitaria de la "tolerancia cero" con quienes critican la falta de democracia en esta Europa que cada vez es menos nuestra.
Pero debe de haber algún límite en el aborregamiento de los europeos, y espero que llegue antes de que sea demasiado tarde, si no es que hemos llegado ya a ese punto.