Esas dos últimas palabras me evocan multitud de falsos recuerdos, esos que uno va creando cuando lee historia y quiere ilustrar con imágenes el relato de lo ocurrido. "Espacio vital". Casi recuerdo a Hitler llamando a los alemanes a conquistar el Lebensraum, a tomar control sobre el territorio que les permitiría abastecerse sin necesidad de comerciar pacíficamente con los vecinos. El Espacio vital, némesis del comercio, es la ideología de la guerra.
El Nacional Socialismo, vencido en su terreno favorito, el campo de batalla, reaparece bajo nuevos ropajes y vuelve a infiltrarse en la Historia incluso después de que se considere que ha sido engullida por ella sin dejar más rastro que unas cuantas defecaciones.
El titular sintetiza eficazmente tanto el fondo de la última guerra de Rusia con Georgia como el contenido de la noticia, que es una entrevista a un político de Abjacia, otra región que se quiere desligar de Georgia. "Moscú", dice la noticia, "no puede permitirse la pérdida del control del tránsito del petróleo y de gas que Estados Unidos y Occidente tratan de organizar al margen de ella".
El control público de los recursos es el control político. Y la guerra es un instrumento de la política. El control privado de éstos lleva a la libre colaboración en el mercado por medio de los intercambios. Los recursos en manos del Estado están puestos al servicio de los políticos; los que están en manos de la gente, al servicio de los ciudadanos.
Nacionalista y socialista, la ideología del Espacio vital no ha desaparecido. Sigue calentando los corazones de muchas personas de izquierdas. Quizás no sepan que ello no tiene nada de contradictorio.