Sin embargo, en el caso de la tregua de ETA, la clave de la negociación no es el abandono de las armas sino las concesiones que hará el Gobierno español a la banda para que está se acerque a sus metas políticas a cambio de no seguir matando, robando y extorsionando de la forma que lo han venido haciendo. Ahora bien, el Gobierno no tiene legitimidad para negociar con los derechos que no le pertenecen. Las familias de las víctimas, por ejemplo, sí podrían negociar términos como la condonación de las penas por los asesinatos de sus familiares, pero no el Gobierno.
Según el CIS, el 49,4% de los españoles considera improbable que la tregua de ETA lleve a una "solución definitiva". En caso de que el resultado de la encuesta sea fiel a la realidad, cuestión más que improbable tratándose del CIS, parece que la mayoría de los españoles tiene más claro que Zapatero que las probabilidades de éxito de una negociación con un grupo terrorista como ETA son escasas. La banda es un grupo marxista-leninista y como tal siempre ha utilizado la negociación como herramienta táctica para acercarse a su objetivo final: la instauración de un estado totalitario de corte comunista en el País Vasco. La población parece consciente de este pequeño detalle que se le escapa al Gobierno.
Pero hay algo peor que las pocas posibilidades de éxito en la negociación con ETA y es el simple hecho de que el Gobierno pueda negociar algo que no sea el abandono de las armas y, todavía peor, la posibilidad de que el proceso abierto sí lleve a una "solución definitiva" en virtud de la cual ETA logre acercarse a sus fines. Y no me refiero a la posibilidad de secesión de alguna parte de España. Me refiero a la posibilidad de que logre instaurar un régimen comunista a las puertas de España gracias a los robos y asesinatos perpetrados contra individuos inocentes.