La presidente del grupo parlamentario del PSOE, Lola Padrón, sorprendió la pasada semana con una solicitud y una propuesta durante el debate sobre el estado de la región. Su demanda, para solucionar la crisis es «más fortaleza» —es decir, más poder— «de la política y de los políticos frente a los mercados o frente a los poderosos» y su proposición es «la creación de una banca pública canariaque apoye con financiación a pymes y cooperativas».
Aparentemente, la señora Padrón no se ha enterado de que los poderosos son los políticos de este país o es que odia tanto la libertad que le parece insuficiente que políticos como ella manejen más de 45% del PIB español y que controlen el otro 55% con innumerables trabas burocráticas.
Con respecto a la creación de una banca pública, parece desconocer que el sistema bancario está basado en un sistema de banca central, con descalce de plazos y dinero fiduciario controlado por los poderes políticos y que nada tiene que ver con el libre mercado. Pero lo más «simpático» es que su propuesta no es nueva ni es original.
La banca pública que solicita lleva existiendo desde hace décadas en nuestro país pero con otro nombre: cajas de ahorro. Estas entidades financieras están gobernadas por políticos retirados o por personas de máxima confianza y muchas veces carentes de formación que sientan los partidos en sus consejos de administración. Además, no tienen accionistas a quienes retribuir capital y a los que rendir cuentas. Por ello, el control político de las mismas ha sido total desde hace décadas.
¿Cuáles han sido las consecuencas del control político de estas cajas mal llamadas de ahorro? Beneficios de unos pocos en el corto plazo, cajas en quiebra y recapitalizadas con el dinero de los contribuyentes y un agravamiento de nuestra crisis al haber concedido créditos sin garantías suficientes, principalmente a sectores relacionados con la construcción, sin control económico y movido en muchos casos por intereses políticos, como denunció Juan Ramón Rallo, director del Instituto Juan de Mariana, en diferentes medios de comunicación al inicio de la crisis.
El principal problema de nuestra economía es la inexistencia de libertad financiera y no la falta de un nuevo chiringuito público con barra libre de dinero donde los bármanes son los políticos. Hasta que el sector público no deje de proteger la iliquidez de la banca, no se eliminen las leyes de curso forzoso, los fondos de garantía de depósitos y los bancos centrales y se permita la emisión de dinero privado, las grandes crisis económicas están garantizadas por políticos como la señora Lola Padrón.