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Nosotros o ellos

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No en vano, medios de comunicación y políticos suelen ser un fiel reflejo del tipo de sociedad existente en un país. La cuestión es que un mero repaso de titulares desvela con rotunda claridad que algo muy importante ha cambiado en España… ¡El Gobierno! Más concretamente su color político.

Así recogían algunos periódicos la noticia del día, referida a la exitosa subasta del Tesoro Público, tras lograr colocar en el mercado 10.000 millones de euros, el doble de lo previsto, a un coste financiero menor que en ventas equivalentes previas.

En primer lugar, los medios comúnmente asociados o más próximos al PP:

  • ABC: "Los mercados premian los ajustes de España", sobre una foto en la que llueven billetes del cielo.
  • El Mundo: "Los mercados aplauden los ajustes de Rajoy con una compra masiva de deuda".
  • La Razón: "El plan Rajoy funciona".

¿Y los de izquierdas –entiéndase PSOE–?

  • El País: "La barra libre de dinero del BCE alivia la presión sobre la deuda española".
  • Público: "La banca gana. Las entidades compran deuda española al 3,5% con dinero prestado por el BCE al 1%".

Lo relevante aquí es que los primeros no destacaron con tal rotundidad y contundencia el abrumador éxito que viene cosechando el Tesoro en las subastas de las últimas semanas, antes de que Rajoy anunciara su famoso plan de ajuste –que no es otro que subir impuestos– y, casualmente, después de que el Banco Central Europeo (BCE) reabriera su línea extraordinaria de liquidez a los bancos, mientras que los segundos obviaron, precisamente, esta última variable en las anteriores colocaciones de bonos, cuando Zapatero aún ostentaba el poder.

La clave, sin embargo, sigue siendo la misma. Es posible que el cambio de Gobierno haya podido influir algo en la percepción de los inversores hacia los bonos españoles, pero el factor fundamental sigue siendo la facilidad financiera otorgada por el organismo monetario, reabriendo así el famoso carry tradellevado a cabo en 2009 y 2010. A finales del pasado noviembre, el BCE comenzó a atragantarse con la deuda de España e Italia, desatando una creciente preocupación en los mercados que, pocos días después, fue aliviada tras anunciar que reabría el grifo de la liquidez ilimitada a tres años y a un tipo de interés del 1% (mínimo histórico). Es este nuevo balón de oxígeno a la banca, y no el ajuste de Rajoy, el que logró inflar artificialmente la subasta del Tesoro, no sólo español sino también italiano.

Por desgracia, España tiene graves déficits estructurales en materias muy diversas, pero por encima de todas destaca un denominador común: la profunda politización y partidismo que sufre el conjunto del país. La política levanta pasiones muy similares a las del fútbol, de forma que unos y otros militan con devoción en PP o PSOE, sin atender a más razones que a esas siglas como si de Madrid o Barça se tratara. Y ello, con independencia de las ideas o fundamentos ideológicos que profesan sus particulares formaciones, lo cual denota una profunda ausencia de reflexión y actitud crítica en la sociedad española.

Así, en los últimos días sorprende cómo tertulianos y votantes del PP defienden con ahínco la subida tributaria aprobada por Rajoy cuando hace apenas unos meses lanzaban pestes contra medidas similares adoptadas por Zapatero. Las siglas, no las ideas, gobiernan España, y esto es, sin duda, un motivo de grave preocupación. La crisis no se resolverá mediante eslóganes o pancartas sino a través de la implementación de medidas correctas. Y estas últimas sólo podrán fructificar a través del debate de las ideas no de los partidos. No es una cuestión de PP o PSOE sino de libertad o estatismo, liberalismo o colectivismo… Nosotros o ellos.

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