Los titulares que nos brinda el último informe de Intermón Oxfam son concluyentes: “la austeridad empobrece”. Según la ONG, las inflexibles y draconianas políticas de recortes que han venido aplicando los Estados europeos durante la crisis nos condenan a que, en 2025, Europa se vea devastada por 25 millones de nuevos pobres. Escandaloso: habrá que detener semejante sangría de inmediato y regresar a la sensatez de los estímulos keynesianos. No hay otra lectura posible de los datos objetivos. ¿O sí?
Las mentiras del informe
El informe arranca con una premisa falsa: las reducciones del gasto público en el período 2010-2014 han sido salvajes. La ONG nos habla de recortes del 12% en España y Reino Unido o del 40% (sic) en Irlanda. Claro que uno no sabe muy bien de dónde se han sacado las cifras: para el período 2010-2014, Reino Unido ha programado un incremento del gasto público del 6% y España un recorte del 3%. La mención a Irlanda no deja de sorprender, pues una cuarta parte del extraordinario gasto público de 2010 (sobre el cual calculan el recorte del 40% para 2014) era el coste de rescatar a sus bancos: si lo excluimos, el gasto público apenas habrá caído un 8%.
Pero, ¿por qué tomamos el año 2010 como referencia de los recortes? Al fin y al cabo, 2010 fue el último año de apogeo desacomplejado del keynesianismo, en el que prácticamente todos los presupuestos públicos europeos registraron máximos históricos. ¿Por qué no medimos la magnitud de los recortes con respecto al último año de la burbuja y antesala de la crisis, esto es, con respecto a 2007? Si lo hiciéramos, nos llevaríamos la sorpresa de que el gasto nominal programado para España habrá aumentado un 13%, el programado para Irlanda se habrá mantenido estable y el de Reino Unido se habrá incrementado un 26%; si calculáramos la evolución del gasto real (descontando la inflación 2007-2014), veríamos que está estable salvo por un ligerísimo recorte en Irlanda. Austericidio.
Mas, una vez construida la leyenda de los (falsos) recortes europeos, el paso siguiente es atribuirle todos los males imaginables a ese (falso) ahorro: especialmente, el aumento del desempleo y de la desigualdad. Por ejemplo, según Intermón Oxfam, la elevadísima tasa de paro de España se debe a la (falsa) austeridad. Claro que si uno se mira la EPA hay algo que no encaja del todo. Incluso los más críticos con la (falsa) austeridad española, reconocerán que ésta no comenzó hasta el famoso tijeretazo de Zapatero, en mayo de 2010. En 2008 y 2009 vivimos en plena efervescencia keynesiana, en la España de los planes E. Pues bien, la mayor subida del paro se produce durante ese período: nuestro país pasa de exhibir una tasa de desempleo del 7,9% en el segundo trimestre de 2007 a una del 20,1% en el segundo trimestre de 2010. Ahora mismo, estamos en el 26,2%: es decir, en el período de la (falsa) austeridad, la tasa de paro ha aumentado la mitad que en el indudable período del despilfarro keynesiano.
Tres cuartos de lo mismo sucede con la desigualdad. Según nos dicen, ésta se ha disparado por culpa de la (falsa) austeridad y de los recortes sociales, pero es difícil llegar a esa conclusión sin retorcer los datos. Por ejemplo, el índice Gini de España (máxima desigualdad = 1) empeora de 0,313 a 0,339 entre 2007 y 2010, pero apenas se mueve hasta 0,34 en 2011 (último año de las estadísticas y primer año de la durísima austeridad). En Reino Unido sucede algo similar: empeora de 0,326 a 0,329 entre 2007 y 2010, y apenas se mueve hasta 0,33 en 2011. En Irlanda, por el contrario, el índice Gini mejora desde 0,332 en 2010 a 0,298 en 2011 (la mayor mejora de toda la serie histórica), y se sitúa en niveles previos a la crisis. Y en Grecia y Portugal, por su parte, el índice Gini de 2011 todavía mostraba más igualdad en 2011 que el de 2006 y 2007.
A idénticos resultados llegamos fijándonos en el porcentaje del PIB que controla el 20% más pobre y el 20% más rico de cada país. En España, el 20% más pobre de la población percibía el 7,3% del PIB en 2007, el 5,8% en 2010 y el 5,9% en 2011; por su parte, el 20% más rico pasó de manejar el 38,6% del PIB en 2007 al 39,8% en 2010 y al 39,9% en 2011. El gran aumento de la desigualdad, por tanto, se produjo hasta 2010 y no durante el (falsamente) austero 2011. Para Grecia, Irlanda o Portugal puede realizarse un análisis calcado al que ya efectuamos con el Gini.
Para los de Oxfam, el aumento del desempleo y de la desigualdad provocados por la (falsa) austeridad condujeron inexorablemente al aumento de la pobreza que, por tanto y cómo no, también es plenamente atribuible a la (falsa) austeridad. Problema: los datos tampoco cuadran muy bien con su narrativa. Tal vez sí en el caso de España –donde el porcentaje de población en riesgo de exclusión social pasa del 23,1% en 2007 al 27% en 2011– o en Grecia –donde aumenta del 28,3% al 31%– pero no en otros países igualmente “austeros”: en Portugal cae del 25,3% en 2010 al 24,4% en 2011 y en Irlanda del 29,9% al 29,4%. Pero acaso la mayor sorpresa nos la llevemos al descubrir que, vaya por dónde, un país tan socialdemócrata y omniprotector como Suecia también ve aumentar su tasa de pobreza del 13,9% en 2007 al 16,1% en 2011 pese a no haber aprobado recorte alguno (el gasto público de 2012 era un 6% superior al de 2010 y el de 2014 se programa que lo sea un 15%). Algo falla: ¿quizá los malos indicadores estén relacionados con la crisis y no con la falsa austeridad?
Los paradigmas: Suecia y EEUU
Nada más sencillo que analizar qué sucede con el paro, la desigualdad y la pobreza en dos países que deberían ser ejemplares para Intermón Oxfman: Suecia, por su enorme gasto social, y EEUU, por no hacer cedido a la locura de la austeridad y haber implementado políticas keynesianas.
Empecemos con el desempleo: en Suecia aumenta del 6,1% en 2007 al 7,9% en 2012; en EEUU, del 4,6% al 8%. Sigamos con el índice Gini: en Suecia empeora de 0,234 en 2007 a 0,244 en 2011; en EEUU de 0,376 en 2007 a 0,38 en 2010. Continuemos con la relación entre el 20% más pobre y el 20% más rico: en Suecia, el 20% más pobre pasa de controlar el 10% del PIB en 2007 al 9,4% en 2011, mientras que la participación del 20% más rico crece del 33,4% al 33,8%; en EEUU, el 20% más pobre desciende del 3,4% al 3,2% y el 20% más rico aumenta del 49,7% al 51,1%. Y terminemos con la tasa de pobreza: en Suecia ya dijimos que evoluciona del 13,9% al 16,1% y en EEUU crece del 12,5% al 15%.
Todos los indicadores en negativo pese a no haber convivido con los recortes y la austeridad. Al contrario: habiendo convivido con mucho Estado social (Suecia) y muchas políticas keynesianas (EEUU). ¿Seguro que los malos índices de España, Portugal o Irlanda se deben a la (falsa) austeridad y no, simplemente, a la crisis?
¿De dónde salen los 25 millones de pobres?
Pero bueno, la letanía es que los (falsos) recortes tienen la culpa. Todo sea para respaldar la principal conclusión del informe: Intermón Oxfam pronostica que, de seguir por esta senda, en 2025 Europa acogerá a 25 millones más de pobres. Una cifra muy llamativa que, hemos de suponer, tendrá un complejo análisis econométrico detrás. Pero no: la ONG se remite a un paper que calcula que la tasa de pobreza de Reino Unido aumentará en cinco puntos entre 2010 y 2020 en caso de que sus (falsas) políticas de ajuste prosigan y asume que esa misma variación se dará para toda Europa. Así, sin más. No queda muy claro por qué la pobreza de Europa entre 2011 y 2025 tiene que aumentar lo mismo que la de Reino Unido entre 2010 y 2020, pero da igual. Minucias.
Es más, si uno acude al paper, también cabe encontrar conclusiones menos amarillistas: haciendo idéntica extrapolación de datos podríamos decir que en 2025 habrá en Europa un 7% más de personas que cobren menos del 60% de la renta mediana de 2013 (indexada a la inflación). En el caso de España, diríamos que la cantidad de gente que cobrará anualmente menos de 11.500 euros(con poder adquisitivo equivalente al de 2013) crecerá un 7%. Triste, sí, pero muy alejado de la imagen de hambrunas generalizadas que pretenden transmitir los titulares.
El auténtico pauperizador: el Estado
Alcanzada esta conclusión uno esperaría que Oxfam cargara contra el verdadero fabricante de miseria: el Estado. Primero, porque es el Estado a través de su brazo armado –el banco central– el que ha generado la crisis actual de la que se deriva el aumento de la pobreza. Y, segundo, porque es el Estado quien más contribuye a pauperizar a las rentas bajas: un salario bruto de 11.500 euros está pagando unos impuestos superiores a los 6.000 euros (sólo en Seguridad Social, IRPF e IVA). Más de la mitad de su sueldo bruto expoliado para mayor gloria del Estado. Pero no, Oxfam no sólo no carga contra el Estado sino que reclama más poder para los sóviets. Sus recomendaciones no dejan de ser deplorablemente previsibles: más estímulos keynesianos y más impuestos contra “los ricos y defraudadores”, es decir, contra todos los ciudadanos que carecen de medios para escapar de la rapiña estatal.
Parecería que España no hubiese padecido ya sobradamente su ración de keynesianismo; o que el keynesianismo salvaje de EEUU sí hubiese evitado el aumento de la pobreza y de la desigualdad en mejores términos que la (falsa) austeridad europea. Poco importa la verdad. La cuestión es justificar lo injustificable: a saber, el atraco tributario a mano armada para sufragar los multidespilfarros del Estado. Ya no se trata del típico error benévolo de aquellos que prefieren repartir peces entre la población en lugar de enseñarle a pescar. No: es que directamente reclaman que el Estado les arrebate a los ciudadanos los peces que mal que bien están pescando para poder atraparlos a todos dentro de sus redes. La propaganda es sólo una herramienta adecuada para cultivar el necesario Síndrome de Estocolmo.
Nota bene: No se dejen deslumbrar por el sello de calidad que el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, le ha impreso al informe de Intermón Oxfam. En 2002 también firmó un paper patrocinado por Fannie Mae en el que afirmaba que la probabilidad de quiebra de Fannie Mae era prácticamente cero.