Conviene recordar siempre que los que instalan el infierno prometen primero el paraíso para todos.
Leí hace unos meses en Público que el portavoz de Presupuestos de Podemos en el Congreso, Segundo González, y el diputado morado Miguel Vila habían registrado una proposición no de ley para plantear una nueva regulación de los becarios en prácticas que incluya su derecho a cobrar una remuneración equivalente al menos al Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y a no trabajar más de seis horas al día. ¿Cómo no se nos había ocurrido antes?
Como era de esperar en inveterados enemigos de la libertad, la propuesta se extendía bastante más, e incluía limitar al 5% de la plantilla el número total de becarios permitidos, o a una persona en caso de empresas con menos de diez trabajadores, garantizar la rotación entre diferentes puestos en prácticas e imponer cuotas obligatorias de contratación de becarios. Lógicamente, todo este intervencionismo requiere multiplicar la burocracia y el gasto público y los impuestos, lo que se disfraza con la púdica retórica de «dotar de medios a la Administración».
Para colmo de bienes, todo esto deriva del pueblo en la calle… del 15-M, claro que sí. En la presentación de la proposición estuvo también Eduardo Ocaña, que es portavoz de Oficina Precaria, que es, claro, un colectivo. Según aclaró Público, don Eduardo y su colectivo son inspiradores de las medidas planteadas, cuyo objetivo es «acabar con los eternos becarios y que dejen de suponer una forma fácil de contratación fraudulenta y barata» que, además, presionan a la baja las condiciones laborales del resto de trabajadores. No hubo, naturalmente, ni una sola referencia a las consecuencias y costes que estas medidas en apariencia abnegadas provocarán en las personas que pretenden proteger, aunque una larga experiencia permite sospechar que serán sus principales víctimas.
¿No es esto un ejemplo luminoso de progresismo? A ver, a ver, ¿quién se opondrá? ¿quién negará derechos laborales a los becarios? Conviene recordar siempre que los que instalan el infierno prometen primero el paraíso para todos. Alicia Delibes recordó esta semana al filósofo Roger Scruton, que hablaba de todos estos supuestos amigos del pueblo llamándolos «optimistas sin escrúpulos».